Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 15"

Rebelde. De Monelle

Tardé en encontrarlo. Demasiado rápido se movía de un pueblo a otro. La cantidad de crímenes se hacía insostenible, y yo tenía la obligación de prenderle. Me había comprometido.
Como un bólido, alcancé mi destino. El lugar se insinuaba perfecto para la captura.
Tenía la oportunidad y los medios. Fue sencillo, demasiado quizás.
Era sólo un muchacho, un adolescente.
Lo interrogué en el mismo lugar de la captura y, de su declaración, aún recelo.

“Lo que había tardado en decidirme, y ahora que ya estaba del todo convencido para mudar y emprender una nueva vida, me salía con éstas: los padres…¡Qué no harán ellos para retenernos a su lado! ¿Tan difícil es admitir que uno ha crecido y puede defenderse y salir adelante sin su ayuda? Me costó situarme, no me habían explicado nada y era necesario hacer las cosas bien, de lo contrario, duraría poco en aquel sitio. De hecho así ha sido. “ Pero hijo... ¿qué vas a hacer? —Preguntó mamá. — Mira que a nosotros nos sacan de la rutina, y nos sentimos perdidos... Además está el asunto ese que te hemos comentado. No creo que hagas bien marchándote. Pero está claro que al final harás lo que te venga en gana… No comprendía el propósito de por qué mamá me hacía tan ingenuo. Esos cuentos funcionaban cuando niño, pero ahora... ¿Cómo creerme semejante cosa? Se cuestionaban, como en un complot, mi capacidad para salir adelante. Tampoco viene mal del todo agudizar el ingenio e intentar subsanar esta pequeña dificultad. Si es que existía. Y ahora me dice usted que ¿era cierto?
Mamá se había empeñado en no perderme de vista. ¡Ojala le hubiera hecho caso! Se le había metido en la cabeza, que si intentaba salir de casa, era por que tal vez estuviera sufriendo algún cambio importante. Era cierto. Las madres, siempre tan suspicaces...”

Después de los nervios al enfrentarme al mito, sólo me hubiera faltado tener que soltarlo. Lo que algunos son capaces de decir para intentar librarse.
Me admitió que como en casa no se está en ningún sitio.
Los licántropos, en los tiempos que corren, se han acostumbrado demasiado a la alimentación un poco más aséptica. Tanto derramamiento de sangre no nos gusta.

Monelle/CRSignes 11/09/2006

La idea. De Fledermaus

Anoche tuve una idea genial para un libro.
¿De qué iba?
No consigo recordarlo. Llevo desde la mañana con este propósito. Mira, traigo un bloc de notas por si logro hacer memoria.
¿Y no recuerdas nada?
Soñé con una estructura muy bien encajada que podía dar pie a una novela. Era todo un gran complot, pero teniendo el esquema, podría desarrollarla. Lo sé. Veía los capítulos tan claros,…
Deberías dormir con el bloc en la mesita de noche, y anotar la idea como un bólido justo al despertar. Yo recuerdo los sueños justo al abrir los ojos, luego, a la que me muevo o me levanto, se esfuman.
Ojalá fuera así. Yo al despertar tengo el cerebro aséptico. Pero en seguida me asaltan las tareas del día, como en una agenda… pero del sueño nada, ni rastro… Lo vi tan claro, cada capítulo daba pie al siguiente, en una estructura encadenada, perfecta y precisa como el cuerpo humano con sus músculos y sus nervios, un equilibro anatómico perfecto.

Al día siguiente.
Ayer no te hice caso. Maldita sea. Lo del bloc.
¿Has vuelto a tener una idea genial?
He vuelto a tener la misma. He soñado ese esquema, y esta vez todo estaba aún más claro, veía hasta frases. ¡Cielos, qué frases!
Esto empieza a parecer una de esas fábulas griegas, el escritor que no lograba escribir su idea. Y cada noche se le repetía, como el mito de Prometeo y…
Voy a mudar mis hábitos: iré a dormir temprano, así esta noche, me despertaré en el sueño y lo anotaré de un tirón, todo lo que pueda.

Al día siguiente.
Hombre, qué tal, ¿lograste...?
Lo que escribí anoche.

Me entregó una pequeña hoja de bloc, doblada por la mitad. La desplegué y leí el gran esquema de la novela que iba a escribir.
En la hoja sólo había escrito:
“Chica conoce a un chico”

Fledermaus 09/09/2006

Pablo el segador. De Edurne

En el país de los duendes y las hadas, vivía Pablo, el segador.
Había aprendido el trabajo de su padre, todo un mito en el condado. El chico también era un lince en las artes de la siega. Mudaba la hoz de una mano a otra con una soltura despampanante y segaba con un nervio sin igual.

Se hizo el propósito de hacer fortuna y, con su lustrosa hoz en el zurrón, se fue al condado vecino, más cerca de la ciudad, a ganar su primer sueldo.
Al llegar se quedó atónito. En los campos, las máquinas segadoras habían sustituido a los hombres, aquello era un complot contra él… no encontraría trabajo y sus ilusiones se vinieron abajo.
Durante todo el día estuvo recorriendo granjas y campos, haciendas y cercados… y no encontró nada. Se hizo de noche y, vagando en la oscuridad, le pareció ver a lo lejos un enorme campo de trigo. Se acercó y, bajo la luz aséptica de la luna menguante, le pareció que la mies estaba a punto de ser recogida. No veía nada pero, como un bólido, emprendió la tarea pensando que el amo del campo le recompensaría al ver un trabajo tan bien hecho.
En poco tiempo había terminado la faena, el campo había quedado limpio y perfecto. Colocó también los haces de trigo en los márgenes y los apiló formando una bonita hacina. Entonces, al girarse de nuevo, tuvo la sorpresa más grande de su vida: el campo volvía a estar repleto de trigo. Pablo pensó que alguna hada bondadosa le recompensaba con otra cosecha para él y, ni corto ni perezoso, volvió a hincar la hoz.

Cuando terminó, la tierra comenzó a temblar, las dos hacinas zarandeaban sobre la tierra trémula y sus pies no le mantenían en equilibrio. Al ver que el campo se iba levantando formando una enorme colina, Pablo se restregó los ojos y vio la mejilla de un titánico gigante que se iba alzando.
El gigante le explicó que había quedado tan contento cuando le rasuró una mejilla, que luego puso la otra. Estaba feliz con el trabajo de Pablo porqué, como comía mucho pan, la barba le salía como las espigas y a él le costaba mucho trabajo afeitarse cada semana.
Así fue como Pablo consiguió para siempre dos cosechas a la semana, sin tener que arar ni sembrar el campo.

Edurne 08/09/2006

El complot. De Extasiada

Cuando aquel pelirrojo de pecosa tez se dirigió a mi, y los demás corearon su decisión, comprendí que había sido un complot bien tramado, pero ya no podía echarme atrás. Mi propósito, era hacer un trabajo completamente aséptico, y lo iba a culminar con éxito. Mis piernas temblaban cual gelatina en plato, pero tenía que seguir adelante.
Ya no había vuelta atrás, debía controlar el nervio que me hacía tartamudear, y las mejillas teñidas de carmín que dejaban entrever ese secreto que debía perdurar guardado hasta el final de mi cometido. Una hora ante el espejo ensayando gestos y un posible diálogo en el que no tartamudease no fue suficiente, todo amenazaba con derrumbarse a mi alrededor, todo mi trabajo amenazaba con diluirse, en la nada, y toda mi vida acabada, por un irrisorio tartamudeo. El titular de un periódico, me dio la idea final, ¿MITO O LEYENDA? No me paré a leer la noticia, pero ese era un tema que yo dominaba muy bien, y que a él le entusiasmaba.
El desesperante tronar de la sirena, indicaba que mi turno había terminado para dar comienzo a mis escasas artes interpretativas, notaba como si la voz me empezase a mudar, cuando empecé a hablar.
Hoy me he traído el bólido, si quieres te llevo.
Claro, gracias.
Pobre incauto entró al trapo cual bebé en busca del chupete, la conversación elegida, fue tan amena, que ni cuenta se dio del cambio de dirección, incluso aquel titular del que saqué la idea, sirvió a mis propósitos, en mi operación de despiste pues al encontrarse un ejemplar en sus manos, me leyó todo el amplio artículo que tras la entradilla se encontraba. Mis nervios casi me traicionan al pasarme un semáforo en rojo, pero el destino quiso para mi alivio, que ningún otro auto se cruzase. Tras quince minutos de irritante conducción, llegamos a nuestro destino, era el momento de jugárselo todo a cara o cruz.
¿Quieres tomarte algo en este bar? No me apetece nada irme a casa.
Claro, por cierto, ¿que calle es esta? No me suena.
Aceleré el paso evitando que hiciese mas preguntas de las necesarias, antes de que se diese cuenta, un estruendo que le dejó petrificado, llegó a sus oídos, y una lágrima, empezó a brotar de su lagrimal.
¡¡¡............... TE DESEAMOS TODOSSSSSSSSSSSSS, CUMPLEAÑOS FELIZZZZZZZZ!!!!!!!!

Extasiada 05/09/2006

Un oscuro pasado. De Suprunaman

La portada del periódico lucía una gran titular “Complot contra el mito de la velocidad”. Louis de Funes estaba sentado en su oficina revisando las notas del caso Raymond. Había leído su historial y buscado las raíces del campeón. Su verdadero nombre era William Lauson’s. Sus padres se mudaron desde EEUU a la capital francesa. El Sr. Lawson’s era mecánico y la empresa Bugatti necesitaba uno experimentado para sus bólidos de carrera.
William no era un gran estudiante, le gustaba salir por los barrios bajos y flirtear con las chicas que indudablemente preferían salir con un joven adinerado.
Eran tiempos de exceso, el joven William tenía dieciocho años, había bebido demasiado, tonteaba con una chica que no paraba de reírse de sus bobadas y de sus muecas. Estaba a punto de conseguir su propósito con aquella hermosa chica, cuando se resbaló y golpeó al chico que estaba a su lado en la barra.
- ¡Tú, borracho, mira lo que haces!
William que era todo nervio no se lo pensó ni un momento, no iba a consentir que nadie le hablara de esas maneras, se precipitó al cuello de aquel muchacho y lo golpeó con el puño derecho, siguió con el izquierdo, sus puños parecían auténticas ametralladoras que no permitían reaccionar al censurador. Le había partido la nariz y el suelo estaba empapado de sangre. La policía pudo detenerlo a tiempo de que lo matara.
William pasó largo tiempo en la cárcel, su carácter se hizo más aséptico, aprendió mecánica de automóvil, era la única manera de sobrevivir, el olor de gasolina lo embriagaba.
Al fin Louis de Funes levantó la cabeza y vio a Lorenza que le traía una taza de café.
- ¿Todo bien? Preguntó Lorenza
- No tengo ni idea de por donde empezar la investigación.

Suprunaman 04/09/2006

Lucifer. De Monelle

Se despertó nervioso, bañado en sudor.
- Pareces enfermo -alargó la mano para tomarle la temperatura.
- ¡No me toques!
Acostumbrada a los desplantes, se limitó a mirarlo con ternura a pesar del rechazo.
- ¡He tenido un sueño horrible! La desolación se extendía por todas partes, como en un complot. Miles de cuerpos deambulaban esquivando otros tantos caídos, cuyos rostros desfigurados por las fístulas conferían un panorama sanguinolento. Por encima de ellos, un ser demoníaco de grandes alas, Lucifer* dijo llamarse, sonreía mientras me ofrecía el remedio para aquel mal. Apenas lo recogí, todas las enfermedades me poseyeron deshaciendo mi cuerpo entre intensos dolores.
- Amor mío, no me extraña que estés aterrado. Algún sabio debería descifrar el propósito de esta pesadilla.
Pasó varias semanas sin descanso. Envuelto en su aséptico mundo, nadie podía acercarse hasta él. Pocos creían que existiera remedio para su cura.
Llegado de lejanas tierras, un hombre negro, un hechicero, envuelto entre pieles y plumas que portaba un manuscrito entre sus manos, cruzó como un bólido las calles de la ciudad. El monarca creyó reconocer el sello del legajo y lo recibió.
- No te acerques más o morirás.
- Entre vuestras manos deposito el libro del rey Salomón.
- ¡Mentira! Ese libro es un mito.
- Podéis no creerme. Pero los dioses han querido que os lo entregue. Mi camino está hecho.
De pronto, mudando en forma de ave, e impulsado por sus amplias alas, desapareció.
La magia del encuentro sirvió para convencerle. Sucumbiendo a la ambición de poseer el conocimiento, no tardó en extraer la fórmula con la que convocar al demonio de las enfermedades para dominar la capacidad del hombre de curarse o enfermarse; controlar el bienestar de cada uno de sus súbditos, de sus enemigos, de él mismo.
Preparó la invocación, la llevó a cabo, y Lucifer tuvo a bien entregarle el don.
Con su sola presencia la gente enfermaba. Todos sucumbían a su alrededor, como en el sueño. Eso le aisló mucho más. Sus ministros, la mujer que amaba, incluidos sus hijos cayeron víctimas de enfermedades para las que él era inmune. Se quedó solo y la pena lo invadió. Aquella tristeza derrotó su alma y, como en el sueño, el dolor de la muerte, de su muerte, se hizo insoportable.

Monelle/CRSignes 03/09/2006

LUCIFER * (Demonio de las Enfermedades). Tiene el poder de enfermar y curar a los hombres y a las bestias. Enseña las propiedades de las plantas curativas y venenosas.

Aclaratoria. De Hechizada

¡Vaya! Ha llegado la tarde del domingo y no he sido capaz de tener preparado ningún relato. Aunque releí las palabras varias veces no me puse a pensar en ellas y escribir una historia.

Pero hay una explicación: el “finde” pasado me percaté de que sólo me faltaba una semana para regresar al trabajo. Y, ¡ohh, qué nervios! Me di cuenta de que volví a fracasar en esos objetivos que uno concibe cuando sale de vacaciones y no puede viajar: sacar las cosas pendientes, arreglar el armario y los cajones, acomodar y emperifollar el piso, mudar de lugar algunos muebles para cambiar la decoración, organizar la biblioteca, etc., todo con mucho mimo, dedicación y una aséptica misión de que todo quede impoluto y esplendoroso. ¡Pero no! El caso es que no hice nada.

Así que al comenzar la semana me puse como un bólido a intentar hacer todo aquello que no hice en este tiempo, por lo que no me dio chance de ‘crear’ nada, de ponerme a fantasear y redactar un relato. Es más, les cuento algo que me pasó: había abierto el foro para desarrollar lo que Monelle nos había propuesto semanas pasadas sobre nuestros procesos de creación. Así que el miércoles pasado me dispuse a redactar sobre el mío y mover un poco a que otros se animaran a compartir sus propias experiencias. Estaba recreando todo lo que me ha pasado en este poco más de un año que llevo escribiendo relatos; ya lo tenía listo, sólo estaba releyendo y acomodando algunas comas y tal. Y de repente, se me ha colgado la Pc. ¡Joder! Lo perdí todo. Algún complot informático se armó en mí contra, sin duda alguna. Eso me pasa por no escribir antes en Word. Sentía tanta impotencia que la apagué y no escribí nada, ya lo haría más adelante.

No hay relato ni explicación de proceso creativo. Tampoco colaboré con las efemérides ni con las noticias. Y, claro, tampoco me ha dado tiempo de hacer esta semana todo lo que debía hacer en este mes. Y mañana a trabajar sin tiempo para poco más. Me verán poco por acá…

Esto me recuerda los mitos de Nochevieja: hacemos propósitos para el año nuevo, pasan los 365 días, ¿y? Nada, no hemos cumplido ni la mitad, en el mejor de los casos. ¿Cuándo aprenderé que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy?

Hechizada 03/09/2006

Los niños del sur. De Mon

Estaba allí parado, aséptico, viendo el mudar de gentes en un ir i venir sobre raíles, el golpear de hierro sobre acero, las suaves bandadas de aire, torbellino de un suspiro que deja paso al silencio, a una nueva estación.

Debía permanecer en silencio, pasar desapercibido, ser uno más. El último tren se hacía de rogar, solo quedaba el revisor, visiblemente cansado, sosteniendo un manojo de folios que debía firmar antes de cerrar la estación. Allí estaba el diminuto punto amarillo que entre los reflejos de las vías iba acercándose iluminando tenuemente las vías perfectamente alineadas, haciéndose cada vez más grande. Al fin pude asir la manivela y de un pequeño salto subí al vagón nº 505. Acto seguido y como acto reflejo observé por la ventanilla un bólido que se apresuraba hacia la tierra, solo me faltaba eso, agobiado por el nervio acumulado en la espera, cansado y con el miedo en el cuerpo.

Imaginaba lo que podía suceder cuando el tren se detuviese, estaba muy claro que era un complot de los “niños del sur” así llamaban a la mafia calabresa, muchos de ellos eran considerados mitos en pleno siglo XX, sabía lo que iba a trascender, si me liquidaban acababa la cadena de informadores de la CIA y conmigo en el hoyo las destilerías de alcohol funcionarían a pleno rendimiento.

Finalmente el tren nunca se detuvo ante mis ojos, no le di esa oportunidad, un nudo de corbata acabó con mi vida. A propósito Sr. Juez, cuando lea esta carta sabrá donde encontrar los manuscritos con toda la información para deshacer la trama y desmantelar a la cossa.

Fiu, POR LOS PELOS...

Mon 01/09/2006

Ante el espejo. De Fledermaus

Estoy meditando seriamente la posibilidad de mudar de cuerpo. Y no me apetece esperar a morir y reencarnarme. ¿No son parte de un complot los que creen en tales cosas? ¿No son tan creyentes en su fe como aquellos de los paraísos y los infiernos?
¿No son los dioses soluciones fáciles a cuestiones complejas?
Fundaré mi propia fe. Escribiré con mi puño y letra el mito de un héroe, que con el propósito de escapar a sus temores, cambió de cuerpo. ¿Cambiaré yo, si cambio de cuerpo? o ¿uno es siempre el mismo tenga el cuerpo que tenga? ¿Trasladar el alma a otro cuerpo modifica el alma?
En mi ilusión, quiero creer que sí, ¿acaso no influye la carcasa en la velocidad de un bólido?
Dejaré de ser yo, pero seguiré siéndolo.

Siendo un saco de nervios me adentraré en un quirófano con profesionales asépticos y modificaré mí forma de ser. Seré el vivo ejemplo de una moda muerta. He pedido ya un nuevo cerebro, uno que no me haga pensar en estas cosas, y pueda obsesionarme por las banalidades de la vida, y así disgustarme de nuevo con mi cuerpo, y acceder a venderlo, para obtener otro más acorde con los cánones del instante. Y olvidarme de vivir y malgastar mi única existencia en una espiral de obsesión por la apariencia.

Todo sería más fácil si Dios tuviera un cuerpo, un molde físico al que copiar, y no tuviéramos que divinizar dioses con cuerpo y sin alma a los que admirar, mientras la realidad se desmorona ante el silencio y la indiferencia de esa Fuerza, que en teoría lo iluminó todo.

Fledermaus 01/09/2006

Eres mi toco. De Chajaira

Créame, no es fácil ser editora. Últimamente parece haber un complot contra mí. Los autores parecen creer que realmente hay un desprecio por sus obras, sin tener en cuenta que el propósito no es otro que dar a la luz sus creaciones.
Hay como un mito creado alrededor de este gremio, usted lo sabe, mi querido escritor y, por favor, permítame la confianza para demostrarle que no soy una analista aséptica de lo que llega a mi despacho para ser valorado, corregido, estudiado.
Acaban de mudar a mi mesa todos los registros de entrada de obras, de hoy, ve usted esa pila de sobres, son todos los archivos y lo que es peor aún, textos mecanografiados, de un solo día.
Hay que tener un nervio especial para intentar tratar con el mimo y el cuidado que se merece cada uno de ellos. ¿Le gustaría que el suyo fuera leído por encima y pasado con la rapidez de un bólido por nuestros controles y críticos? No, claro que no.
Cuando creamos, pensamos que nuestra obra es lo mejor y como nuestro, lo más preciado, nos parece que nadie le da el valor que nosotros creemos que se merece. Quédese tranquilo, pero ha de tener paciencia, un libro no se puede hacer de la noche al día, como tampoco lo hizo usted, es un estudio de muchas cosas, incluso de algo indiscutible que no le voy a negar, nosotros vivimos de su venta, usted también pretende hacerlo y si su trabajo, por muy bueno que sea, no tiene mercado, no hay nada que hacer.

Valentín apretó la mano que se le extendía, dejó su sobre con los disquetes de su novela dentro. Lo miró pensando que podría ser la última vez para bien o para mal, pero no se quedaría allí, tocaría otras puertas, acudiría a todos los medios posibles, él estaba seguro de que su historia no pasaría al anonimato, era la mejor obra escrita por nadie, era magnífica, era la suya.

Chajaira 29/08/06

Impacto. De Suprunaman

Raymond había salido de boxes a toda prisa, el Bugatti tipo 37 rugía con todo su nervio dejando tras de sí una humareda blancuzca en toda la pista.
Nancy en la camioneta del equipo seguía la carrera mordiéndose las uñas. Cuando el piloto alzara por fin la copa, el hombre mudaría a mito pues sería el primero en ganar cinco campeonatos consecutivos. Pero la verdadera excitación de Nancy venía por el hecho de que Raymon le había pedido que se casara con él.
Faltaban pocas vueltas para finalizar el Gran Premio de Francia, Raymond continuaba en primer lugar. A sus 38 años de edad se había transformado en aséptico y calculador, tomaba cada viraje como si fuera el decisivo de la carrera. El joven Tazio se había convertido en un peligroso competidor y su Alfa Romeo, un bólido amenazante que le hacía zozobrar su propósito.
Llegaban a la curva decisiva, el Bugatti no viró y se empotró contra la valla publicitaria, un chispazo prendió la gasolina que goteaba del depósito y el cuerpo de Raymond ardió como una cerilla. Se hizo el silencio entre el público que miraban atónitos el espectáculo de fuego.

Habían pasado varias horas desde el trágico accidente, y yo Louis de Funes, prefecto de policía era el encargado de cerrar el caso. Un caso extraño, pues los mecánicos del equipo aseguraron que el volante no estaba bloqueado, sólo podía ser un fallo humano.
Al llegar a mi despacho encontré un sobre con los resultados del forense. Causa del fallecimiento: impacto de bala. ¡Menuda sorpresa! Olía a complot, entonces pensé - este va ser un trabajo complicado.

Suprunaman 29/08/2006

Las campanas generosas. (Parte II). De Edurne

Al oír los sollozos del padre Miguel, Dong, la campana de bronce, iluminada por un halo divino, se desenganchó del nervio que la unía al viejo muro y bajó por las escaleras a una velocidad de bólido, partiéndose en pedacitos. Una a una, sus migajas se mudaron en desgarrados repiques y, mostrando su aséptico corazón al párroco, le suplicó que la vendiera para socorrer a sus paisanos.
El padre Miguel, emocionado, así lo hizo, y pudo conseguir su propósito de devolver la paz y la armonía al valle.

Al año siguiente, el ruido de los tallos de la enredadera restregándose por los viejos muros de la vieja iglesia, anunciaron a las campanas que se acercaba otro desastre, parecía un complot. Tilín, Talán y Tolón explicaron que estaba ahí la malvada Inundación, temible lengua de agua que lamía con frenesí todas las haciendas y destruía todo el poblado devolviéndoles a la miseria.
De nuevo la súplica del padre Miguel fue escuchada y bajó Dang, la campana de plata, ofreciéndose para salvar al colectivo.

Volvió la alegría entre los habitantes del valle, pero poco duró porqué al año justo, de nuevo las campanillas entraron por la ventana, el tallo encogido y los pétalos cerrados, horrorizadas ante la llegada del perverso Sr. Rayo, detonador de un desalmado incendio que hundió de nuevo al desprotegido poblado en la desolación.

Esta vez le tocó a Ding, la campana de oro, socorrer a sus amigos. Siendo ella un mito en la comarca, poco costó venderla. Volvió a reinar la paz pero el padre Miguel alzaba su súplica al cielo con desesperación: no tenía campanas para repicar y llamar a sus feligreses, nadie se acordaría de la oración y se olvidarían de Dios.
Elevó sus ojos llorosos al cielo y se hizo de nuevo el milagro.
La enredadera crecía y crecía… y crecían las campanillas, arrastrándose en dirección a la vieja ventana, protectora en tantas ocasiones, zigzagueando por el techo hasta ir a colocarse cada una de ellas en el lugar de Ding, Dang y Dong. Tilín, Talán y Tolón, hermosas y enormes, se miraron de reojo, contaron hasta tres como solían hacer sus amigas, y comenzaron a repicar con todas sus fuerzas, inundando el valle con una música celestial que devolvió la felicidad al padre Miguel, felicidad que nunca más se vio truncada.

Edurne 29/08/2006

Las campanas generosas. (Parte I). De Edurne

En un pueblecito perdido, inmerso en el zaguán de un valle que irradiaba paz y tranquilidad, había una iglesia vieja, de viejos muros con tres viejas campanas llamadas Ding, Dang y Dong. Las tres eran la alegría del pueblo con su repicar y el padre Miguel estaba orgulloso de ellas. La primera era de oro, la segunda de plata y la tercera de bronce. Cada una de ellas se encontraba unida a los gruesos adoquines por un nervio firme que las mantenía en lo alto del campanario. Aquellos asépticos muros eran su hogar y cuando les tocaba llamar a oración se miraban de reojo, contaban hasta tres y comenzaban a una su alegre repicar que se oía por todo el valle. El colectivo abandonaba sus quehaceres sin dudarlo y acudía a la llamada con devoción, así discurría su vida entre repique y repique.
Muchas veces madrugaban con el propósito de charlar con sus tres amigas campanillas, hermosas florecillas de una enorme enredadera que trepaba y subía hasta lo más alto de los viejos muros de la vieja iglesia y asomaban su cabecita por la amplia ventana donde les esperaban las viejas campanas. Eran Tilín, Talán y Tolón, todo un mito, de vivos colores y largos tallos que hacían las delicias de sus amigas, contándoles todas las noticias que acontecían en el pueblo. En primavera lucían sus hermosas corolas brillantes al sol y en otoño las mudaban por otras de tonos más parduzcos y discretos, pero jamás perdían su alegría.

Un día las campanas se sorprendieron al ver que las campanillas corrían como bólidos a esconderse, entrando por la ventana hasta donde se encontraban ellas y enredándose con temor alrededor de las seguras fortalezas que representaban para ellas sus amigas las campanas: es que se aproximaba Don Huracán, un viento malandrín que arrasó todo a su paso, dejando sólo terror y desolación.
El padre Miguel, apenado por sus feligreses, se arrodilló llorando desconsolado. El complot urdido entre el viento y la tempestad había conseguido su objetivo y él nada podía hacer.

Edurne 29/08/2006

Recuerdos. De Locomotoro

Recuerdo; y mira que hay cosas para recordar... pues recuerdo el colegio. Recuerdo aquellos niños de Etiopía pasando hambre, saliendo por la bombilla de un proyector para explotar en la pared desnuda de la clase. Recuerdo al padre Echave, contándonos “nosequé” de que teníamos que dar lo que teníamos... aunque fuera él el único que tenía algo de la clase. Recuerdo aquellas sonrisas gigantescas rozando con el blanco de los ojos, apenas con pellejo entre medio y recuerdo haber aprendido algo muy importante aquél día. Algo que no dijo el padre Echave. Quizás lo había olvidado o quizás no lo había aprendido. Siempre pensé que ante la mirada feliz de un niño que muere de hambre, cualquier palabra o explicación resultan estériles. Siempre pensé que la esencia se encuentra en la imagen, en el hecho... no en la palabra.
Recuerdo nuestro nervio, de hecho a veces lo echo en falta. Esa fuerza necesaria para escupir la primera palabra, el primer pensamiento por poco aséptico que fuera este, aún a riesgo de cualquier vejación. Recuerdo además haber oído que un hombre solo puede dar lo que es... y no lo que tiene. Pero no recuerdo haber visto mucho tiempo a aquél profesor, porque se fue a las misiones.
También puedo recordar una especie de complot contra todos nuestros sueños, nuestra manera de ser niños. Quizás eso nos hizo más niños. Recuerdo a propósito de eso, salir al recreo como bólidos en un desierto de cemento, bañado por la sangre de nuestras rodillas y codos, lavado por la lluvia temprana de Septiembre. Siempre podíamos mudar nuestra inocente apariencia y volar como Superman... pero eso no va contigo, porque entonces pensábamos que tu y tus amigas erais tontas, que os habían cortado el pito y por eso meabais sentadas. Saltar a la cuerda nos parecía algo absurdo. Nuestro mito era Arconada... y nada pasaba cuando cubría la portería del equipo blanquiazul.
Recuerdo haber oído también algo sobre las riquezas del Vaticano y que un hombrecito vestido de blanco, era el representante de Dios. Recuerdo haber odiado a Dios por ello.
En la penumbra de mis recuerdos, continúo viendo esos niños de ojos y dientes brillantes, con sus hinchadas tripas y esqueléticos huesos... mientras el padre Echave, sigue contándonos “nosequé” del Concilio, del Vaticano, del Santo Padre... así, sin hacer nada.

Locomotoro 28/08/2006

Un buen final. De Locomotoro

Había acabado un tanto aburrido de la vida, aunque esta aún no había terminado. Primero la mala vida, (o la buena, según se mire), después el cambio de hábitos, de despedir a Mediometro, y la escuela para los muchachos... la vida seguía ahí, como una almorrana pegada al culo.
Quise templar el nervio y hacer algo más provechoso con mi vida; escribir.
Siempre me gustó el hierro, y así decidí mudar la aséptica Smith & Wesson por la modernísima Underwood.
Me costaría mi tiempo, pero eso era algo que me sobraba, Además, me había hecho el propósito de inmortalizar mi vida, y entre la desidia y el óxido que se iba comiendo el cobre de las balas, nació un taco de 500 hojas a doble cara.
Era una especie de novela para adolescentes cargada de acción, amor... bañada de escenas policíacas, complots, algo de religiosidad, misticismo y malos huyendo en velocísimos bólidos. De alguna manera, me había convertido en un mito viviente, alguien importante.
Ahora me encontraba en la sala de espera de un editor, sucumbiendo a los encantos en el escote pronunciado de una jovencísima secretaria, todo facultades, sin lugar a dudas.
De pronto sonó el telefonillo, y al tiempo que me miraba dedicándome una sonrisa, me dijo con una voz encantadora que podía pasar. Quizás era demasiado joven como para entender lo de la tarjeta y el guiño, quizás esa palmadita en el culo... no sé.
Con eso y con todo, me planté ante el editor. El hecho que me ofreciera un puro y sacara una botella de Jack Daniels y un par de vasos, no presagiaba nada bueno. Comentó que el final era una mierda y un sinfín de barbaridades. Eso hizo que mi puro y el bourbon comenzaran a saberme mal. Miré su máquina de escribir y vi que necesitaba cambiar de cinta. Ante su asombro, me ofrecí amablemente a cambiar el carrete. Me coloqué tras él con el carrete, luego lo tensé fuertemente, para que no cogiera arrugas y apreté todo lo que pude.
De esta manera, con el hierro preparado, encontré el final... bueno, más bien... lo encontró él. Yo solo... lo ejecuté. Tomé unas últimas notas para arreglar el trabajo y salí de allí. Al cruzarme con la joven, preguntó si le había gustado. Se moría de ganas por leerlo.

Locomotoro 28/08/2006

Palabras para el "contemos cuentos 15"

Para este decimoquinto juego, y ya superados los doscientos cuentos, se seleccionaron las siguientes palabras:

ASÉPTICO

BÓLIDO

COMPLOT

MITO

MUDAR

NERVIO

PROPÓSITO

Después del recuento de los votos para el tema a desarrollar durante la segunda semana de la quincena y que fueron:

Acción/suspense
Histórico
Ciencia ficción
Fantasía
Amor/desamor

Se seleccionó ACCIÓN/SUSPENSE con 3 votos, de un total de 8 recibidos.