Categoría: Mon
DE COLOR AZABACHE . De Mon
Por monelle el Mar 20, 2014 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 34

Especialmente un hombre también puede sentirse apollardado y desesperado cuando se le aplican unas normas que se dan por dictadas, cosa que un hombre por defecto no puede hacer. Y me refiero a esto para atacar dura y continuamente al FEMINISMO ya que personalmente, siendo anti-machista, no puedo comprender cómo se puede mostrar a la sociedad el feminismo como un arte victorioso sobre el machismo. Y es que, señoras y señores, estamos en el s. XXI, el siglo de la igualdad de oportunidades para todo el mundo, el solsticio cultural del respeto y del entendimiento entre seres humanos.
Tengo la sensación de que el hombre de hoy está siendo injustamente vapuleado tanto por leyes como por la opinión pública mayoritariamente femenina y la radicalmente feminista. Todo esto comienza a cansar ya a muchos hombres (entre los que me incluyo) que, sin saber ni practicar las injustas indecencias machistas, estamos siendo continuamente evaluados, enjuiciados y en muchas ocasiones vejados ante la NO justa repartición de los roles de este tiempo.
Si queremos una sociedad justa, debemos creer en las igualdades y apostar fuerte por ello, pero de nada sirve cambiar de dictador, machismo por feminismo, lo que hay que hacer es terminar con el dictador y pensar en una nueva floresta de oportunidades.
Sabéis que se acaba de aprobar una ley en la cual a un marido maltratador (que puede ser presunto) se le retirará la pensión de por vida y ¿por qué no a una mujer maltratadora? Vamos es que ni se menciona. Y a todo esto hay que añadir que a un amigo el cual está pasando por el apollardamiento más cruel, fue amenazado de denuncia por malos tratos sin estos haber ocurrido y es más durante el proceso de "puesta en la calle", la señorita amablemente le invitaba a que le pegara, ¡muy original, ella! ¿Quién es aquí el maltratado?
¿No nos estaremos equivocando señoras feministas? ¿No estaremos usando la ley para algo más?
Creo en la MUJER como persona y por ser hombre la considero una maravilla de la creación, tengo la sensación de que algo o algunos la siguen utilizando para no sé qué fin y a eso no hay derecho, menos aun si encima otros resulta perjudicados por esta manipulación.
Naturalidad y educación, amigos y amigas.
Mon 01/06/2007
LA TORRE DEL UNICORNIO de Mon
Por monelle el Oct 10, 2013 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 33

El suave siseo sobre el sutil pergamino, como cada noche, presagiaba una buena aventura, la tinta negra de confección casera comenzaba a impregnar el ambiente tímidamente caldeado por la llama de una única vela.
El viejo Frogot vivía solo de sus recuerdos, en aquella solitaria torre de anchos muros fecundada en la alta edad media.
Su espesa barba se tornaba luminiscente cuando el espejo jugueteaba con las sombras chinescas que el cirio proyectaba, dicen que recortadas por una pandilla de duendes imaginarios.
Hoy es el día de Cántor, el bosque del unicornio, y quiero narraros una historia que personalmente viví de pequeño.
Frogot se echó un pequeño manto sobre la espalda para evitar la fría humedad que predominaba en la torre, las largas noches de invierno eran muy duras y había que racionar bien la leña. Y comenzó a escribir:
“Erase una vez un niño que fue abandonado por sus padres a la edad de 5 años, -(tose Frogot), aun recuerdo cómo la gente de la aldea estuvieron buscándole durante semanas, nunca olvidaré el odio que sentimos todos por aquellos padres tan malvados.
Dicen que por las noches en el bosque de Cántor se escuchaban cánticos de un niño acompañados por el brioso relinchar de un caballo, cuentan que cada 12 de mayo las hojas de los árboles quedan inmóviles, justo el día en que desapareció Nímet.
Yo Frogot de Noseville pude ver esa silueta una noche de tormenta, rasgada por un rayo. Era el niño sobre un unicornio blanco, ¡Dios, tengo que avisar a todos los del pueblo! No imaginaba que aquel gesto iba a suponer una odisea para mí.
Pocos me creyeron y una mayoría enfervorizada decidió relegarme para siempre en esta torre, llamada desde entonces la torre del unicornio.
Ahora cada 12 de mayo las hojas del bosque se agitan con inusitada violencia, crispadas y amenazantes, pero no me importa, es el único día de todo el año que tengo visita.”
Frogot quedó dormido sobre el lienzo, quien sabe si esperando a que el bosque volviera a clamar.
Mon 12/05/2007
No fue bar de mujeres II. De Mon
Por monelle el Feb 15, 2013 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 31

Isabel miraba al mar con las últimas diapositivas que la vida proyectaba en sus apagadas pupilas. El taconear se cambió por un paso acelerado y pactado con el miedo, su asesino pensaba que había hecho justicia, su cariz era desolador, con la mirada perdida y el rostro desencajado, nunca podría olvidar el extinguir de un corazón encendido por la pasión.
Errante, pecaminoso, podrido por dentro quiso limpiar su espíritu con un par de tragos en la cantina, ese lugar donde el eco de la gramola se confunde con las risas y la mugre que el salitre y el humo del tabaco han dejando en las paredes con el paso del tiempo.
Entra despacio, vigilando cada gesto, en la mente del ladrón de vidas hay un pensamiento, una sensación de miedo, cree que todo el mundo lo sabe, que todos le reconocen, pero no es así. Los pescadores ahogados en su penúltima copa discuten sobre la autoría de una foto vieja que sin marco pende de un fino hilo ennegrecido. Nadie y todos parecen tener razón, es su historia, su bar y su ron y ellos creen estar solos, la vuelta a casa hará brillar la realidad de un hogar, una familia que siempre está esperando y sufriendo, el sabor de una vida quemada por la espera.
El asesino tantea la barra, todavía faltan unos minutos para cerrar y podrá tomar ese sorbo amargado por la hiel que le aprieta la garganta. Nada más despegar el vaso de la madera alguien toca su hombro,
−¡Eh, forastero! −balbucea un gordo barbudo. −¿Conoces a la chica de la foto? ¿Es hermosa, eh?
El destino le ha jugado una mala pasada, es Isabel quien posa con alguien que seguramente fue cliente suyo.
−No −contesta con voz temblorosa −no se quien es.
Los pescadores advierten un comportamiento extraño, pero sus mentes inhóspitas son incapaces de ir más allá, sus neuronas saborean la miel del licor y no están dispuestos a abrir su círculo a ese desconocido. Al asesino.
Suena a lo lejos la sirena de algún buque mercante, se apagan las luces de la taberna, la noche parece apoderarse de todas sus almas.
Mon 16/04/2007
No fue bar de mujeres. De Mon
Por monelle el Oct 30, 2012 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 30

Las olas golpeaban fuerte, engullían los pilares del muelle de madera, agitadamente, con la espuma enrabietada, queriendo abrazar para llevarse consigo, aquellos gigantes untados en brea. Entre las voces del océano se escuchaba una melodía que escapaba entre las cortinas de la taberna, allí, cansado y derrotado terminaba el empedrado de la calle mayor.
No fue bar de mujeres, solo los pescadores recalaban sus estómagos sedientos tras una larga y agotadora jornada de navegación. En las paredes colgaban algunos retratos enmohecidos de las mejores hazañas, casi convertidas en mitos, que los curtidos marineros enmarcaban en su tiempo libre, todas en color sepia, paralelismos de la vida.
Afuera se oía el taconear de Isabel, como cada media noche, se dirigía a hacer caja clavando sus largos tacones entre las grietas de los adoquines, hacia la bahía.
Allí acabaría su historia, la historia de una mujer entregada al volátil deseo de una necesidad efímera, de una obligación injusta. Con la noche llegó la traición, decididamente imparable, fundido entre los ardores de la sangre descansa en su cuerpo, vil metal, olvidado y miserable. ¡Cuan injusta es la vida y qué frágil su existencia!
Han cerrado pronto la cantina, calle abajo solo queda un quejido.
Mon 03/04/2007
El Doctor Flúor y su mascota Caries. De Mon
Por monelle el Mar 25, 2012 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 28

Eran las tres de la mañana, la tormenta nuclear había cesado, hoy día de San Ignacio del año 2107 se conmemoraba el centenario del descubrimiento del inhibidor de partículas gamma. El Doctor Rampa, como siempre desvelado y cabizbajo, aprovechaba las últimas y más débiles reminiscencias de radiación para desarrollar un nuevo dentífrico.
El egoísmo de la sociedad no dejaba ver más allá de sus propias narices, era muy alto el coste de vidas humanas que se tuvo que pagar para desarrollar semejante pasta de dientes. Pero todo valía en una sociedad en la que lo más importante era una sonrisa clara, limpia y blanca, a ser posible de brillo cegador.
Rampa siempre había estado interesado por los derivados del Uranio para uso blanqueante, no obstante desenlazar los átomos para conseguir una fórmula estable no era tarea fácil. La solución la encontró en una prueba nuclear que hicieron unos Boy-Scouts en las orillas del Río Mare, allí, después del invierno nuclear, quedaron intactos los pañuelos verdes que portaban en el cuello, todo lo demás resultó arrasado. Pues bien, el material del que estaba confeccionada la tela resultó ser una seda de un gusano ibérico que habitaba en Corea del Norte. El doctor consiguió en pocas semanas aislar la molécula que inhibía las emisiones alfa, beta y gamma, con lo cual pudo desarrollar la confección de unos delantales que protegían a los seres humanos.
Todo esto por una sonrisa, una Tierra sembrada de explosiones nucleares con el único fin de extraer más y más radiación para alimentar los gusanos y así producir cantidades ingentes de fibra protectora a la par que se daban los últimos toques al detergente bucal.
El resultado llegó, resultaba casi imposible otear el horizonte, era tan grande el brillo de los dientes que se confundía con las detonaciones.
Hoy día de San Ignacio la humanidad ha vencido, podemos sonreír…somos mejores.
Mon 27/02/2007
El lenguaje universal (Serie “Mini cuentos para no dormir”). De Mon
Por monelle el Ene 30, 2011 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 26

Allí estaba la poetisa, culo en pompa con las rodillas sobre la alfombra del estudio, abrazada a su Olivetti Lettera46. Parecía cansada, pero su mirada perdida intuía signos de tristeza, reflejaba todas las vicisitudes por las que había pasado estos últimos años.
Me acerque despacio, con sigilo, la habitación estaba helada, María solo vestía un fino camisón que dejaba entrever su curvada espina dorsal. Debía caldear la estancia, unos pocos troncos calentarían el ambiente en pocos minutos.
Su actitud era de ausencia total, como si quisiera hibernar, apenas pestañeó ante mi insistencia. En otra época nuestro fuego pasional hubiese comenzado por desnudar aquella piel, hoy, después de treinta años me preocupaba más su estado que no precisamente su lenguaje corporal, que, por otro lado, aun resultaba ciertamente apetecible.
Mientras el fuego avivaba entre chasquidos producidos por la resina al quemarse, aproveché para buscar una manta, ella permanecía impertérrita, inmóvil, absurdamente tranquila y callada, como si algo o alguien la estuviese arropando.
De pronto oí su voz,
-Hola Andrés, no he sentido tu presencia, creo que me he quedado dormida en esta absurda posición, se me terminó la cinta de doble color de la máquina de escribir y estaba esperando tu regreso para pedirte un favor. ¿Puedes ir a la tienda y traerme una?
-Claro mi amor, no me esperes despierta.
Mon 29/01/2007
El Despellejador de naranjas. De Mon
Por monelle el Ago 15, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 23
Los lejanos ululares de las fábricas anunciaban la retirada de decenas de trabajadores a sus casas, ellas, adornadas con sus delantales de encaje preparaban la cena a golpe de boniato y chirimoya. La vida era muy dura, el barrio era oscuro, siniestro, con un negro adoquinado que hacía temblar las sombras de la noche. La esperanza de sus gentes quedaba en sueños de futuro, el trajín del día a día solo permitía añadir agua al puchero.
Alguien gritaba…, el eco, al doblar las esquinas, arrastraba los ladridos de un perro hambriento, ambos se mezclaban en comunión, pidiendo quien coño sabe qué.
Al trasluz de una ventana, dominando los claros y tenues amarillos se podían perfilar las siluetas de las abuelas, meciendo los ovillos de lana, con la ilusión de una maternidad lejana en el tiempo.
No podía permanecer más tiempo parado, se acabó respaldar a las gatas en celo, ellos con los pelos erizados y el maullar caliente de su fuego interior, permanecían al acecho, esperando que yo marchase para saltar sobre sus lomos e hincar sus dientes en el pescuezo.
Bajé de la acera, tremendo salto en el tiempo, en caída libre desde el bordillo que acariciaba a voces mis talones inquietos, un solo paso me separaba del puesto de venta ambulante de palomitas de maíz azucaradas, un solo paso me separaba del despellejador de naranjas. Solo me dejó un papel manuscrito por ambas caras, en el la receta mágica que daba la felicidad a quien lo leyese. Una fría ráfaga se llevó el papel multiplicándolo por mil y pegándolo como un post it en cada ventana del barrio.
El despellejador me cogió de la mano y salimos volando, para ver desde lo alto como se iluminaba el barrio, desaparecían las sombras y callaban las sirenas…
…Es mi cuento de Navidad.
Mon 28/12/2006
Un hombre, un genio. De Mon
Por monelle el Jun 29, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 22

A deshoras llegaba siempre a casa, cansado, manchado y hambriento. Luis era profesor de plástica en la facultad de Bellas Artes San Carlos de Valencia, estaba soltero y era un hombre un tanto ensimismado. No era extraño verle anotar correcciones en un pequeño cuaderno con tapas de pasta de cartoncillo verdes, con muelle negro, de los de siempre, solo, sentado en cualquier banco.
A finales de los 80’ comenzó a desarrollar una técnica basada en las pinturas pigmentadas que se emplearon a principios del siglo XV, lo que años después le convertiría en un reconocido investigador, cómplice de los maestros renacentistas.
A pesar de su holgada cuenta bancaria, era un hombre sin codicia, devoto de obra y muy dado a las remuneraciones a favor de las organizaciones no gubernamentales.
Como cada miércoles, visitaba a primera hora la capilla del Ángelus, allí podía encontrar la paz que necesitaba, sin ruido ni las bulliciosas voces de sus alumnos. Eran cinco minutos que daban mucho de sí.
Siempre pensó que la vida era un simple recodo que había que torcer, aunque muchos se empeñaban en enderezar. Él solo había vivido para dejar una huella al óleo que permaneciese inmutable lustro tras lustro, lejos de cualquier signo de rebeldía o inconformismo. Sabía que la existencia era solo un capricho de la naturaleza y esta como tal, era mucho más sabia que la prepotencia humana.
Un martes cualquiera llegó pronto a casa, nunca más volvería a la universidad, se borrarían las manchas y desaparecería ese guirigay que había dado sentido a su existencia.
Dicen que nunca abrió la puerta a nadie, que en las tardes de invierno se le oía llorar y se cuenta que con las lágrimas fabricaba el vehículo que daba consistencia a sus pinturas. Su obra permanecerá hasta el final de los tiempos.
Mon 05/12/2006
Bienvenido a la republica particular de mi casa. De Mon
Por monelle el May 16, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 19
Y a Mikea.
Erase una vez unos niños que tuvieron que ver a sus padres en sillas de ruedas, sin brazos ni piernas ni perrito que les ladrase, a Rusty se lo llevó una bomba traicionera ubicada justo debajo de los mismos huevos del padre, huevos que resultaron ajados tras haber sido capado a ras de pubis. El pobre perrito, tan bondadoso él, ¿qué culpa tuvo de pertenecer a una familia de inocentes que unos hijos de puta asesinaron? Iridiscentemente podríamos decir que se trataba de sutiles independentistas que no querían pertenecer a un determinado país, pero noooo niños, dijo un hombre que se reía diabólicamente, “solo son hombres que matan sin ser castigados” “solo son hombres que por matar a tus padres, abuelos, hermanos y amigos vienen a mi casa para negociar si van a ser 2 o 3 años de cárcel, no más”. Y por eso no quiero que penséis que estoy loco ni que profiero calumnias hacia los que no piensan como yo, sencillamente os aconsejo que veáis y leáis fijamente todos los medios de comunicación que yo mismo he comprado y os enviéis mensajes de móvil entre vosotros como yo lo hago, ah, y si os queda tiempo podéis seguir el Open de Golf—os que hace tantos años se disputa en los incontables campos del Noroeste de la república particular de mi casa, donde todo sobra y se ríen de los pobres.
Este es un cuento donde no hay reyes, príncipes ni princesas, solo hay fantasmas, es un cuento, que bien podría ser de miedo o parecer una hecatombe, que cada vez da más risa y al que prefiero que nunca pertenezcáis…—dijo la sombra.
Entonces, preguntó un niño, señora sombra, si el cuento ya ha terminado ¿podemos ir a YamIkea a comprar pancartas hostiles? —Claro niños, dijo la sombra, id, id a llenar los bolsillos de esos hombres y mujeres gordos que talan bosques del Norte de Europa y Sudamérica, id que así vuestras familias que tradicionalmente han trabajado los muebles con sus manos tendrán que ir a montar matasuegras a China por 3 euros al día.
Y se fueron, el hombre de la sonrisa diabólica, Don Hipoteca y un hombre pequeño con bigote y gafas, al que llamaban el Nazareno por su afición a las coronas de espinas, a una casa de putas donde cantaba la mujer de un famoso político, todo a gastos pagados.
Los niños se quedaron inmovilizados ante el panorama, formaron un corro y entre risas pedorretas y cortes de mangas cantaron:
“Viva la gente, la hay donde quiera que vas
viva la gente, cada vez nos gusta más,
los tontos, las tontas y una Mirinda y al parque a mear,
vamos todos juntos que esta historia es muy real”
Mon 01/11/06
El hígado iridiscente. De Mon
Por monelle el Abr 30, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 19
Acababa de sonar un fuerte pitido, Javier ya lo había oído hacía más de 50 años, durante la última gran alarma que, al final, resultó ser un error de trascripción. Pero era el mismo pitido, sin lugar a dudas, hecho indicativo de una posible hecatombe.
Vivía en un pueblo habitado por unos 50 habitantes al norte de Extremadura, Bélices era una pedanía que había quedado en el olvido tras la incomprensible decisión de apartar el trazado de la carretera 10 kilómetros al Este flanqueando la sierra. Este hecho sutil, políticamente hablando, dejó en la más absoluta ruina a la mayoría de familias que poblaban el lugar. Pero Javier nunca quiso marchar, le placía la soledad, le encantaba oír el canto de los pájaros sin el molesto murmullo de la actividad en la polis. Odiaba las calumnias que la gente que marchó profería sobre su persona, acusándole de apropiarse de terrenos que no eran suyos, él en cambio veló por la integridad de un conglomerado, de casas y tierras abandonadas, que no producían el más mínimo índice de riqueza.
Javier era un hombre con muchas ilusiones pero se encontraba cansado, ajado, marchito, solo quedaba su hígado iridiscente para tragar con el dolor de la incomprensión y la impotencia de ver, que aquella alarma esta vez si fue real y nunca recibiría la comprensión de quienes, víctimas de su propio orgullo, perecieron bajo las garras siniestras y hostiles de una prueba nuclear descontrolada.
Hoy quizá él no exista ni canten los pájaros en Bélices.
Mon 24/10/06
Un encargo desde la tumba. De Mon
Por monelle el Mar 11, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 17
— ¿Qué nueva, cruel y ruin me traéis indigno caballero? ¿Cuál es el alma malvada que os obliga a cometer semejantes atropellos? Sed portentoso y valiente, habladme, no permanezcáis en la penumbra, se quien os envía y debéis responder por él.
— Desolado me hallo espada que me hablas, si por inspiración divina he de confesar, séllense mis labios para siempre que a mi señor no voy a traicionar.
Sois malvado y rufián, ¿quien se atreve a levantar la voz ante mí? Responded a mi pregunta o vuestro logro habrá quedado en quimera.
— Soy un pariente de vuestro señor, por quien estáis dispuestos a batiros.
— No se os ocurra hablar de mi noble señor o válgame Dios que no pronunciaréis otra palabra en vuestra vida, ¿Quién sois, bellaco? —Grita acaloradamente
— Soy el Capitán de la Guardia Real, Román de Gandía, dadme vuestro plácet y me mostraré ante vos.
— Agarraos subid aquí. ¡Capitán, pensaba que habíais muerto!
— Es lo que todo el mundo debió creer por el bien de la seguridad de nuestro señor. Dadme la mano y escalo el muro para veros más de cerca.
— Ahora no me cabe ninguna duda, quien hasta mi viene ha de ser por una causa más que justa, pensé que nadie conocía esta entrada, pero claro…vos habéis servido en palacio muchos años. Decidme, ¿de qué se trata mi capitán?
— Se trata de vuestra muerte, todo el mundo sabe lo vuestro con Lady Amparo, tengo ordenes precisas sobre vuestro porvenir y creedme que es bien efímero.
— ¡Venís a darme muerte?
— Así ha de ser, la muerte por un muerto es agravio sutil e inexistente, nadie me buscará…pero vos…
¡Guardias! Vocea el capitán Roman, venid, aquí hay un hombre muerto. Al terminar su dolorido encargo se marcha, enfundando su sanguinolento metal, con la sombra que le acompañó, para descansar en paz en el lugar desde donde nadie regresa.
Mon 27/09/2006
La mujer de la casa de madera. De Mon
Por monelle el Mar 1, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 16
El profundo olor que se filtraba por la tierra no dejaba lugar a dudas, hoy después de desayunar dos buenas tazas de café me encontraba como nuevo, lúcido y atento, ni el humo de la pipa que se apoyaba en mi poblada barba ofuscaba mis sentidos.
Alguien tomaba notas mientras un océano de periodistas disparaba sus flashes, esas mismas luces que contrastaban el musgo que estaba dispuesto a remover para descubrir qué había allí.
Alguien gritaba desde una ventana, “No, no es ahí, yo lo vi todo”, al instante enderecé mis rodillas y me dispuse a caminar en dirección a aquella casucha destartalada y algo maltratada por el paso del tiempo. Dejé atrás a todo el equipo que me acompañaba, pensando que ellos trabajarían hasta la extenuación cavando en aquel montículo de tierra humeante.
Mientras reavivaba de nuevo el tabaco prensado de mi pipa, podía intuir una cierta sensación de desasosiego, como adelantándome a un acontecimiento horrible que estaba a punto de suceder, aun así debía extrapolar mis sensaciones por la frialdad que siempre me había caracterizado.
Ella estaba allí, sentada en una gran mecedora, invitándome a entrar. En la casa apenas se colaba algo de luz exterior y algunos rayos de tungsteno provocados por los fotógrafos, ciertamente comenzaba a preocuparme la situación.
Abrí la carcomida puerta de madera y me dispuse a entrar, la madera del falso suelo crujía como si en años nadie hubiese pasado por allí. ¿Cuál sería mi devenir?
De repente sentí un fuerte golpe en la nuca, una risa y unos aterradores gritos que venían desde el exterior, los cuerpos mutilados de varias personas estaban apareciendo por todo el jardín, quién me hubiera dicho a mi que iba a ser uno de esos cuerpos amputados , tullido para siempre. Mientras oía cómo la risa se iba haciendo cada vez más débil, resonando por las paredes de un viejo sótano y mezclándose con el sonido de la sangre que brotaba de mis extremidades, pude comprender que iba a ser yo el único testigo vivo que podría desvelar la identidad del asesino, la mujer de la casa, que desapareció para siempre dejándome privado para horror y escarnio de toda la gente que me conocía. Fui el último en caer en la trampa, pero sigo vivo y algún día acabaré con su vida.
Mon 22/09/06
Clara. De Mon
Por monelle el Feb 9, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 16
A Carliu
Cayó la margarita sobre el océano azul de sus ojos, exhausta y marchita, victima de un aciago devenir, de un molesto desenlace. En su mundo encerrado dentro de su pequeña isla de cristal podía adivinar el paso de los días, el tic-tac del tiempo. Jamás se atrevió, ya cansada, a saltar más allá de su orilla, más allá de sus paredes de color rosa. Sus padres la habían educado desde lo idílico, lúcida fantasía que teñía su adolescencia, sin pensar que estaban convirtiendo a su hija en un extenuado colibrí que luchaba por alcanzar un mundo extrapolado e irreal.
Clara podía oler el musgo de la juventud las risas y correrías que se colaban por los anchos ventanales de Mascaró, pero la gente que vivía fuera de la isla la ofuscaba, vivían de otro modo, hacían otras cosas, parecían decidir… Ella no estaba preparada para salir, no sabía volar.
Un día apagó la luz de la habitación, salió de la casa y quedó sentada de espaldas a su sueño de cristal, el mundo era ahora su destino.
Murió mecida por el viento de una jauría hambrienta de envidias, ira y poder, aplastada por un mar de desengaños. Clara nunca perdió la sonrisa.
Mon 12/09/06
Li dedique este conte a una personeta que está a punt de naixer, per a que puga viure dins de un mon de comprenssiò, oportunitats i amor. (Le dedico este cuento a una personita que está a punto de nacer, para que pueda vivir dentro de un mundo de comprensión, oportunidades y amor)
Los niños del sur. De Mon
Por monelle el Ene 18, 2010 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 15
Estaba allí parado, aséptico, viendo el mudar de gentes en un ir i venir sobre raíles, el golpear de hierro sobre acero, las suaves bandadas de aire, torbellino de un suspiro que deja paso al silencio, a una nueva estación.
Debía permanecer en silencio, pasar desapercibido, ser uno más. El último tren se hacía de rogar, solo quedaba el revisor, visiblemente cansado, sosteniendo un manojo de folios que debía firmar antes de cerrar la estación. Allí estaba el diminuto punto amarillo que entre los reflejos de las vías iba acercándose iluminando tenuemente las vías perfectamente alineadas, haciéndose cada vez más grande. Al fin pude asir la manivela y de un pequeño salto subí al vagón nº 505. Acto seguido y como acto reflejo observé por la ventanilla un bólido que se apresuraba hacia la tierra, solo me faltaba eso, agobiado por el nervio acumulado en la espera, cansado y con el miedo en el cuerpo.
Imaginaba lo que podía suceder cuando el tren se detuviese, estaba muy claro que era un complot de los “niños del sur” así llamaban a la mafia calabresa, muchos de ellos eran considerados mitos en pleno siglo XX, sabía lo que iba a trascender, si me liquidaban acababa la cadena de informadores de la CIA y conmigo en el hoyo las destilerías de alcohol funcionarían a pleno rendimiento.
Finalmente el tren nunca se detuvo ante mis ojos, no le di esa oportunidad, un nudo de corbata acabó con mi vida. A propósito Sr. Juez, cuando lea esta carta sabrá donde encontrar los manuscritos con toda la información para deshacer la trama y desmantelar a la cossa.
Fiu, POR LOS PELOS...
Mon 01/09/2006
García el pirata. De Mon
Por monelle el Dic 20, 2009 | En Mon, CONTEMOS CUENTOS 14
Fue García el pirata quien un día de aciago calor, tarde bochornosa e insoportable, me dijo: “no desees las vacaciones, malandrín, al menos las vacaciones donde todo el mundo coincide, verás que pronto entiendes lo que te digo si te paras un momento a reflexionar…”
Razón no le faltó al pirata, después de comprobar en mis propias carnes el sin sabor de las aglomeraciones, el amontonamiento del colectivo Benidormense*, la refrescante brisa de sudor y bronceador que suavemente se apelmazaban sobre todo mi cuerpo, la arena que cientos de niños se empeñaban en depositar en mis ojos, por no decir los madrugones que debía meterme para conseguir un metro de toalla a doscientos metros de la orilla. Menos mal que pronto estaría de vuelta y solo las colas quilométricas se encargarían de recordarme la sonrisa que perdí en la playa.
Así me suenan hoy las vacaciones, lo más parecido a un jirón de piel. No hay nada mejor que ir descompasado del resto, de forma que cuando tu estás trabajando puedas incluso insultar* a los que sufren en la playa. Pronto llega la hora de la venganza, de tomar esas vacaciones hechas solo para mí, en octubre, cuando no hay ni Dios. Solo sentado en el zaguán mecido por el levante a 20º y mirando hacia la calle, oliva va, cerveza viene, mientras insulto* a todos los demás que van como locos recuperándose y maldiciendo el término de unas vacaciones que no han servido para nada.
Razón de pirata o reflexión de borrego, pero así es la vida en un sistema que decide paralizarse porque tocan vacaciones.
Mon 22/08/06
*Benidormense = Usuario de las playas de Benidorm en el Levante español. Un día fue un paraje precioso y virgen, hoy es una colmena súper explotada, máquina perfecta de generar basura.
*Insular = Modo de solidarizarse con el pringado, de forma socarrona pero grácil.