Categoría: "Aquarella"

CUANDO LOS RECUERDOS HABLAN de Aquarella

CRSignes2013

Han pasado algunos años desde que esa alocada pandilla bautizada como “La tertulia constructiva” estableció su decálogo para cambiar el mundo, sin dudar por un momento que podría hacerlo. Sí, ha pasado mucho tiempo, la implacable sinceridad del espejo me lo confirma sin ninguna compasión, y de paso abre la puerta a los recuerdos. Atrás quedan la firme promesa de no sucumbir a la indiferencia, el propósito de fecundar la vida con ideales, alcanzar grandes metas, la creencia de que la unión hace la fuerza… en el aire flota un pensamiento inevitable al que no quiero prestarle mi voz ¡Qué tiempos aquellos!
La realidad es cruel, no respeta los sueños. Se ríe de esa soberbia juvenil poniendo a todos en el sitio que le apetece, cada uno tiene que hacer frente a su propia odisea, y nosotros no íbamos a ser menos. Hoy volvemos a vernos después de mucho tiempo: Algunos están más gordos, otros tienen menos pelo, las arrugas no aparecen sólo en la ropa, y los abrazos de saludo tienen el sabor de la nostalgia amarga. No estamos todos, es un día triste porque nos reunimos para despedir a uno de los nuestros.
¡Lástima que tenga que pasar algo así para que nos encontremos de nuevo!
Es la frase que más se escucha, entre lágrimas contenidas y la tímida alegría que sentimos al vernos. Pero también recordamos al unísono el grito de guerra con el que siempre nos hacía reír antes de poner en práctica alguna de sus locuras ―¡A mí no me parte un rayo! –pero se equivocaba, como en tantas otras cosas, y al final se marchó el primero.
Nos sentamos todos juntos, con las manos entrelazadas para sentir esa cercanía que parecía haberse diluido entre la distancia y el olvido, mientras alguien empieza a leer un texto dedicado al difunto
Justo antes de morir hizo alarde de la ironía que le caracterizaba: ¿Sabes qué es lo que realmente importa? El silencio, las palabras… y, sobre todo, las cosas que lamentamos no haber dicho o hecho. ¡Joder! Ya soy viejo para morir joven, y demasiado mayor para tener miedo ―y la luminiscencia de su sonrisa firmó su último gesto.

Aquarella 11/05/2007

¡AH DEL CASTILLO! De Aquarella

Lo de menos era la apuesta, lo importante era el desafío: Pasar toda la noche dentro de aquel castillo. El lúgubre aspecto del edificio no invitaba a visitas nocturnas, además contaban los lugareños que al ponerse el sol podían oírse unos terribles quejidos y el ruido de unas cadenas que se arrastraban por el empedrado ─¡El fantasma de D. Braulio, sin duda! – decía algo temblorosa la camarera que nos servía las cervezas.
Inmediatamente nos sentimos atraídos por la rocambolesca historia sobre un noble con mal de amores, una traición y el trágico final que había desembocado en un alma en pena paseando por las ruinas del que en otro época debió ser un fabuloso castillo. No pasaron más de diez minutos antes de que la apuesta estuviese sobre la mesa.
¿Quién se atreve a pasar la noche en el castillo?
¿Hacer noche en el castillo? – La camarera dejó escapar un grito ─¡Estáis locos!
Su cara de pánico nos convenció de que la experiencia sería una buena dosis de adrenalina. Solamente tuvimos una baja en el grupo, Jaime, al que llamábamos “el del corazón volátil” por su facilidad para enamorarse en cuestión de segundos, y que en ese preciso instante estaba más interesado en coquetear con la asustada chica que en la fantasmagórica excursión.
A la mañana siguiente volvimos derrotados a la casa rural que habíamos alquilado para el fin de semana. El balance era bastante negativo: frío, hambre, sueño y nada de fantasmas. Entramos al bar para tomar algo caliente cuando escuchamos parte de una conversación que nos aclaró el misterio
… lo sé, pero tenemos que mantener viva la historia de D. Braulio si no queremos que el pueblo vuelva a caer en el olvido. No sabes lo rentable que resulta tener un fantasma cerca…
Jaime soltó una sonora carcajada al vernos entrar. Había intimado con la chica, lo suficiente como para que le contase la verdad de la historia, y ahora tenemos que aguantar sus bromas… cada vez que nos ve saluda al grito de
¡Ah del castillo! ¿Quién va?

Aquarella 26/03/2007

PARÉNTESIS. De Aquarella

El día amanece gris desesperanza, como el estado de ánimo que pasea cabizbajo por la habitación. Tu mirada se dedica a otear más allá de las cuatro paredes en las que se ha convertido nuestro mundo, más allá de la ventana, incluso más allá de la vida. Salgo de la habitación para escuchar una frase que no quiero oír
-Su situación parece estable, pero no se confíe, las próximas 48 horas son críticas. - Vuelvo con una sonrisa fingida y me acerco a la cama
-¿No estás harto de esa postura? ¿Quieres otra almohada? Estarías más cómodo...
-Te quiero a ti, y quiero que seas feliz... aunque yo no esté.
-No digas tonterías. ¿Es que piensas irte a algún sitio sin mí? Ni se te ocurra, no pienso consentirlo, prohibido escaquearse -el teléfono interrumpe la conversación y la cobardía agradece la llamada que me permitirá huir, que me prestará unos minutos para llorar.
-Toma, es tu madre... voy a por un café a la máquina -antes de salir por la puerta las lágrimas ya corren a sus anchas, la debilidad que oculto frente a ti se hace ahora palpable.
Me siento en la sala de espera para tomar ese asqueroso café al que ya me voy acostumbrando y me dejo envolver por la soledad para iniciar una charla con mis pensamientos. El primero acude a los ojos de la memoria para hablarme del pasado, de nuestra forma de cultivar ilusiones, de mi necesidad de ti, y de pronto me asalta una pregunta que no quiero admitir ¿Se nos está muriendo el tiempo? Me invade ese dolor que sólo puede ser fruto del egoísmo, porque me niego a saber lo que sería echarte de menos.
Me visto nuevamente de aparente alegría para mostrarme serena y jugar contigo a que no pasa nada, a que sólo estamos en un paréntesis
-¿Qué? ¿Ya te ha dado mimitos tu mamá? Pues ahora me toca a mí… - y vuelvo a ser la jardinera que cultiva con ternura los brotes de esperanza, arrancando las malas hierbas de tristeza que no tienen cabida aquí. No me atrevo a pensar en el desenlace, le daría alas a un miedo que no puedo permitirme porque soy incapaz de imaginar lo cotidiano sin ti. No niego la realidad, no necesito consultar ningún oráculo, sé positivamente que esto no puede terminar así.

Aquarella 28/02/2007

Los amantes de Valardo. De Aquarella

Me llamo Marla. Sólo soy un pequeño esqueleto olvidado, pero mi alma ha tenido mucho tiempo, más de seis mil años, para sentir la intermitencia del amor y el odio hacia la persona amada... sí, porque cuando él estaba vivo yo realmente le amaba.

Un aciago día nos llegó la desgracia, a él en forma de fatal accidente de caza, a mí con el estigma de viuda que marcó mi trágico destino, el de una muerte temprana. No sé si fue el diablo, la ignorancia, o ambos, quienes me condenaron al abrazo eterno, un sacrificio “en aras del amor” para que le acompañase en su viaje final.

Ahora nuestros huesos sepultados han salido a la luz y, después de siglos de letargo, escucho con sorna los comentarios sobre el amor más allá de la existencia... mi alma vuelve a revelarse ¡Por todos los dioses! ¿No se dan cuenta que me asesinaron? Unidad en la vida y en la muerte, esa era la costumbre, y una mujer no podía decir nada

Han pasado más de seis mil años, pero aún siguen muriendo mujeres asesinadas en nombre del amor... tanto tiempo y no ha cambiado nada. No pude entenderlo entonces y sigo sin comprenderlo ahora. ¿Quién puede justificar que por amor se mata? Mis huesos mugrientos sienten hoy la necesidad de gritar, ese grito que no pude elegir cuando me robaron la vida.

Aquarella 13/02/2007

De nuevo. De Aquarella

¿Qué es la esperanza? Nada, salvo el colorete en el rostro de la existencia.

Deprimente, sí, pero que razón tenía Lord Byron... y eso que a él no le tocó vivir en la sociedad del desencanto. Me gustaría ver como se apañaría en el papel de Dulcinea del siglo XXI, intentando sobrevivir en esta época en la que ya no quedan Quijotes.

La conversación de Adriana consigo misma, mejor dicho con la imagen del espejo, se desarrolla en el cuarto de baño. Se maquilla para la fiesta de nochevieja que celebra su empresa, una cita ineludible a la que no puede faltar a pesar de las pocas ganas. Más de veinte años trabajando juntos, compartiendo el día a día con la misma gente, pero en realidad sólo son desconocidos de los que no espera gran cosa, desde luego nada fuera del ámbito laboral.

Hoy ha cambiado el habitual traje de chaqueta y pantalón por un vestido largo con escote de vértigo del tipo “quiero pasar desapercibida” lo que ha provocado que su entrada resulte espectacular

¿Habéis visto a la directora comercial? Viene totalmente despechugada — Ante tal comentario todas las miradas se centran en Adriana, las masculinas para admirarla, las de sus compañeras buscando algún defecto para poder criticar.

Ejerce a la perfección la labor de relaciones públicas que exige su cargo y observa los gestos de las personas reunidas allí. Veinte años escuchando los deseos de buena suerte y prosperidad exactamente a la misma hora. Sonríen, alzan las copas y brindan con entusiasmo por el recién llegado, como si fuese a traer bajo el brazo la panacea para resolver todos los problemas. Alguien le besa al grito de ¡Feliz Año! Pero el nacimiento de este nuevo año no le provoca alegría, al contrario, la decepción anidó hace algún tiempo en su alma. La idea de que pasen otros doces meses sin luchar por sus sueños consigue estremecerla.

No, ya no más... se acabó lo de vivir por costumbre, de este año no pasa — se dice a sí misma mientras acepta la invitación de un compañero para bailar.

¿Qué tal Adriana, preparando la lista de buenos propósitos para este año?

¿Y quién ha dicho que tengan que ser buenos? ¡Ay! Si yo te contara lo que estoy pensando... —Ambos se echan a reír mientras sus pies se deslizan por el suelo de mármol.

Aquarella 12/01/07

Noelsex. De Aquarella

Montaje2010. Fuente imágenes Internet

He desistido de contar la cantidad de gorditos vestidos de rojo que cuelgan de las numerosas ventanas que hay en el edificio de enfrente ¡parece una plaga! Estoy por llamar a Batman para que me ayude a descolgarlos y hacer una pira con ellos... ya sé, ya sé, estamos en Navidad, pero es que esta invasión empieza a afectarme y me provoca malos pensamientos. Bueno, me someto a la dictadura yanquilandesa y, aunque reniego del barbudo de los regalos, me acerco al frigorífico para coger una coca-cola… light y sin cafeína, por supuesto.

Haciendo caso al refranero – sabiduría popular donde las haya – intento imbuirme del tan cacareado espíritu navideño y hago mía la famosa frase “La esperanza es lo último que se pierde” aunque, la verdad sea dicha, cuesta respaldarlo con hechos. Pongámonos en situación: Gélida tarde de diciembre, amodorrada en el sofá, acompañada solamente por un enorme bol de palomitas de maíz, inmersa en el vano intento de disfrutar de la maravillosa programación televisiva con la que nos deleitan últimamente (difícil reto por cierto) cuando la presentadora de turno lanza al aire una pregunta

Cuéntanos tu ilusión en estas fechas, atrévete a hablarnos de uno de tus deseos, si tu petición resulta elegida como la más original te obsequiaremos con...

Ni siquiera llego a escuchar de qué se trata el fantástico premio cuando un pensamiento al que no había dado permiso para salir responde de forma espontánea

Pues trajinarme a Goorge Clonney vestido de Papa Noel no estaría nada mal. ¿Te parece suficientemente navideño?

Una malévola sonrisa se dibuja en los labios cuando empiezo a imaginarlo. Apago la tele y dejo que me venza el sueño, seguro que resulta mucho más divertido “ver los regalos” de este Noel tan apetecible...

Aquarella 18/12/06

La batalla. De Aquarella

Fuente imagen Internet

La situación se ha hecho insostenible. El inmenso silencio que lo invade todo hace temblar mi mundo, hasta el tiempo parece moverse demasiado lentamente. Puedo oler ese miedo que espesa los pensamientos, puedo sentirlo. Ante la pregunta ¿qué sentido tiene esta guerra? La tentación de huir se convierte en la respuesta más apetecible, pero está prohibido, mi linaje no me lo permite. El desbarajuste de este lugar se me antoja un campo de batalla en el que la silueta de la derrota se pasea como una zorra hambrienta entre los pocos que aún quedamos en pie.

Veo caer a mis súbditos, mis colaboradores, mis amigos, y el dolor sangra con más fuerza que la humillación que se avecina. Mi mente acepta ese absurdo sofisma que me condena a morir para salvar a un rey que no lo merece, me han educado para ello, pero mi corazón no lo admite tan fácilmente, se rebela ante las reglas establecidas… cierro los ojos con el deseo de que, como por arte de magia, aparezca en el terreno un badén lo suficientemente grande para tragarse a ese enorme caballo que viene a atacarme. Cuando abro los ojos el animal está ya casi encima. Todo está perdido, mi sacrificio no evitará el grito de victoria del enemigo

¡JAQUE MATE!

Aquarella 30/11/06

Anatomía de la indiferencia. De Aquarella

Fuente imagen Internet

Algunas veces tengo la urgente necesidad de creer en la supuesta inteligencia del ser humano, enaltecer la bondad que se le adjudica por naturaleza, incluso pensar que la generosidad aún existe... tarea que resulta cada vez más difícil. Basta con mirar alrededor, ver simplemente las noticias, para comprobar el deterioro en el que nos vamos sumiendo con la mejor y más bobalicona de las sonrisas. Hoy vais a permitirme una travesura, casi una maldad, porque lo que debería ser un relato cómico, o un cuento erótico tal vez, ha decidido por su cuenta convertirse en una crítica constructiva, y no me he sentido capaz de llevarle la contraria.

Ha llegado noviembre, precursor del agosto de los que venden y la perdición de los consumistas, es decir, la simbiosis perfecta entre la publicidad más inútil y las necesidades que menos se necesitan. La estupidez colectiva se camufla bajo un aluvión de luces en las calles, hipnóticos escaparates, dulces navideños y esa felicidad de plástico que pretendemos comprar a golpe de tarjeta... mientras el arco del dolor se sigue tensando y se desestabilizan todavía más las almas insatisfechas. Se intercalan anuncios de cava, turrón y juguetes con imágenes de niños hambrientos, tan acostumbrados estamos que ya casi no se nos encoge el estómago al verlo, ni siquiera los muertos de las guerras nos duelen; sí, “haberlos haylos” como las meigas, pero están tan lejos...

A veces creo que el mundo gira en el sentido contrario al que debería hacerlo, ha perdido la órbita coherente y vaga sin rumbo por el vacío de la indiferencia ¿cómo es posible que no nos demos cuenta? El calendario me dicta una sonrisa festiva, pero yo escribo una lágrima silenciosa, y no por el consabido anuncio que volverá a casa como siempre por esta época. Éste año le he hecho una finta al puñetero anuncio y me he adelantado... sólo al anuncio, porque me temo que turrones y mantelerías navideñas ya están en las tiendas.

¿Qué si odio la Navidad? ¡Claro que no! Es solo que me da ganas de vomitar la hipocresía que la rodea... de hecho, seguro que dentro de un mes me ha abducido el sentir general y os estoy deseando felices fiestas.

Aquarella 06/11/06

Cuentos para el siglo XXI. De aquarella

Se abre bruscamente la puerta del despacho y observa atónito como entran en comitiva algunos de sus trabajadores. Se quita las gafas, las deja encima de la mesa y dirige una inquisidora mirada a sus interlocutores
¿Conocéis la sutil diferencia entre la buena y la mala educación? Es algo muy simple, consiste en... ¡¡¡Llamar antes de entrar!!!
Perdone jefe, pero tenemos un problema. Se acerca la hecatombe... los últimos estudios de mercado sobre literatura infantil son alarmantes.
A ver Sr. Martínez ¿Qué es eso tan grave que se nos avecina?
Martínez se acerca a la mesa con gesto compungido, flanqueado por el editor, la secretaria, el contable y los correctores.

No se lo tome a broma, es algo muy serio, los cuentos infantiles están en crisis; por si no lo recuerda, nos dedicamos precisamente a eso. Como no consigamos un bombazo con la próxima publicación nos quedamos sin la extra y sin vacaciones.
No seamos tan alarmistas, se acercan las navidades, los reyes... haremos una recopilación de cuentos clásicos. En estas fechas eso es un éxito de ventas seguro —la diferencia entre sus puntos de vista es tan obvia como la hostilidad que hay entre ambos.
Los clásicos ya no venden, a los niños de ahora no les interesan las aventuras de una bruja ajada y una princesa cursi... además, los personajes de siempre han perdido credibilidad...
¿Credibilidad? ¿A qué te refieres?
¡Por Dios, todo el mundo lo sabe! La bella durmiente se atiborra de somníferos porque su querido príncipe, más que metrosexual ha resultado ser un poquito afeminado. Blancanieves está haciendo una terapia para superar su adicción al sexo y los tres cerditos han denunciado al lobo por moobing.
¡Eso son sólo calumnias! —sus mejillas iridiscentes van del rojo al azul, pasando por el verde, como si fuese a darle un ataque. —¡Pero cómo puedes decir algo así de nuestros personajes! Llevan con nosotros desde siempre.
Precisamente por eso, los hemos visto crecer y en qué se han convertido sus vidas... no podemos seguir fingiendo
¡Qué desastre! Organizaremos un concurso escolar para ver que les interesa a los niños de hoy, esos adultos precoces... y convoca una reunión urgente con nuestros escritores, envíales un e-mail, que en el asunto ponga “Cuentos para el siglo XXI”
Ya sólo en el despacho murmura, Hada madrina, no me abandones.

Aquarella 31/10/06

¡Cómo ha cambiado el cuento! De Aquarella

¿Alguien dijo que la línea entre el bien y el mal era delgada? Pues se equivoca, es una línea muy gorda. En realidad se trata de 120 kilos de buitre carroñero en forma de voluminosa mujer con malas pulgas, como la bruja malísima del cuento: Fea, ajada, gruñona, vengativa y rencorosa. Su lema: “Calumnia, que algo queda”. Que se lo digan a los pobres trabajadores que sufren su hostilidad a diario... la oración que rezan de lunes a viernes y a primera hora de la mañana viene a ser
Virgencita, virgencita, que no me mire hoy la bruja —y puedo asegurarte que se reza con auténtica fe, los creyentes y los que no los son, porque el miedo está por encima de cualquier religión.

La presencia de la bruja suele ir flanqueada por un par de esbirros –lo que llamamos estómagos agradecidos–, que vienen a hacer las funciones de escoltas. Cada día, exhibe su poder durante el paseo matutino en el que elige una víctima al azar, es entonces cuando llega la hecatombe. Todo comienza con una pregunta aparentemente normal pero, sea cual sea la respuesta, se convertirá en una trampa mortal para la presa.

Los hados del destino han querido que hoy le tocara a la nueva. La misma escena de siempre, pero en esta ocasión con una sutil diferencia, en lugar de optar por el silencio le ha salido la vena guerrera, así que en pleno discursito del tipo ”di-lo-que-quieras-porque-te-pienso-joder-igual” se ha atrevido a interrumpir
—Perdona —después de mostrar la más angelical de las sonrisas ha continuado con una frase que ha dejado pálida a la bruja – ¿Algún gesto en mi cara te ha hecho pensar que me interesa lo que estás contando?

Silencio absoluto... diez segundos de tensión, seguidos de una carcajada general, han conseguido que su mirada se volviese iridiscente, pasando por todos los colores del arco iris para quedarse finalmente en un negro escarabajo enfurecido. La huída, echando chispas y con los dos esbirros colgados de sus muslos, ha sido increíble...
Cariño ¿Se puede saber por qué le dices esas cosas al niño? ¿No podrías contarle un cuento normal como hacen el resto de los padres?
Pero si le encantan, mírale como se ríe... además, así va aprendiendo
¿Qué le gustan? ¡Si solo tiene seis meses! Anda, deja que se duerma y ven a cenar... menudo pedagogo estás hecho.

Aquarella 24/10/06

¿La vida al revés? De Aquarella

Sigo sin comprender esa mirada, mitad amor mitad lástima, la que seguramente se le dedica a un ídolo de barro que os ha decepcionado, pero ¿en qué? Mi culpa, no ser como esperabais que fuera, mi castigo, esa mirada que me lacera el alma. Todo el mundo tiene cambios de humor, pero interpretáis los míos como parte de una enfermedad que me hace diferente, me aleja de lo que se considera normal... ¿Quién decide los valores de la normalidad?

En lo más recóndito de mi ser sigue latiendo la misma pregunta ¿Por qué yo no soy igual? No sé hablar como vosotros, pero me hago entender, aunque no sea con palabras. También comprendo lo que decís, por eso me duele que habléis delante de mí como si no estuviera, no pudiera oír o fuese incapaz de entender... en esos momentos me gustaría gritar ¡estoy aquí! Parece mentira que no os deis cuenta.

Me gusta la lluvia, me tranquiliza ver llover. A veces, cuando me quedo ensimismado mirando las gotas que brillan en la luz de la farola, os oigo decir

Mírale, tiene la mirada perdida... ya está en su mundo otra vez.

¿Mi mundo? A lo mejor resulta que tengo el don de ser ubicuo y puedo estar en varios mundos a la vez. ¡Menudo chollo! ¿Y si resulta que yo soy el normal y vosotros sois los raros? Existe esa posibilidad ¿verdad? Algún día tendréis que explicarme qué significa eso de que soy autista y veo la vida al revés.

Aquarella 22/10/06

Desconexión. De Aquarella

Se acaba el tiempo, sin embargo, aún tengo esperanza en el futuro. No en el mío inexistente, sino en el de las generaciones venideras. Mis últimos minutos los empleo en escribir, sin saber muy bien a quien dirijo mi despedida. No tengo parientes, ni amigos, la absurda sociedad en la que me tocó nacer me ha negado poder disfrutar de esas palabras, cuyo significado conozco a través de las definiciones de un diccionario. ¡Menudo logro para la humanidad! Hace siglos que somos una especie híbrida entre máquina y humano, una combinación de dígitos y letras para nombrarnos, un tiempo limitado para funcionar (antes lo llamaban vivir, qué hermosa palabra) un período de “vida” establecido previamente que finaliza en el instante estipulado, sin tristeza, con el plácet de las demás semimáquinas.

Entonces, si todo funciona como debe ¿por qué estoy llorando? Pertenezco a esa fracción de esta sociedad perfecta que, a pesar de no haberlo conocido, añora el pasado. Habitamos un mundo ruin, desolado, carente de belleza, y, en contra de todas las normas, hemos decidido hacer algo para cambiarlo. No compensa tener mayor tiempo de funcionamiento si no podemos disfrutarlo.

La inspiración que me convirtió en un ser diferente, surgió de unos antiguos archivos con los que tropecé por casualidad… se trataba de una extraña página en la que una serie de personas con curiosos nombres dejaban fotos de paisajes imposibles, cielos y mares de ensueño, algo llamado poesía, cuentos… Al principio me pareció un mundo enloquecido pero, poco a poco, me fui adentrando en él hasta descubrir que era mucho más agradable que el nuestro. No se descartaban los sentimientos como una enfermedad; incluso la sensibilidad estaba permitida. A través de ese regalo del pasado conocí a otros como yo, seres que fomentaban su lado más humano dejando a un lado la parte de máquina.

Sólo faltan tres minutos para que me desconecten y mi memoria quede reducida a nada. Escalo con tranquilidad los peldaños que me llevan a la muerte, sabiendo que he hecho todo lo que estaba en mi mano. Este mensaje, en el que incluyo el enlace a ese mundo mágico de sentimientos, llegará a mil millones de híbridos que verán por primera vez lo que hasta ahora les ha sido negado... Mi último deseo es para todos vosotros, para que no sigáis alineados:

¡Despierta, siente, disfruta, vive! Tú no eres una máquina

MX8104001597-2006......... desconectado

Aquarella 02/10/06

El precio de la fama. De Aquarella

Solamente los sollozos de un hombre desolado se atreven a interrumpir el silencio de la lujosa suite del hotel. A pesar de la penumbra reinante, puede apreciarse el desorden de la habitación... es obvio que ha habido una pelea. Un murmullo se apodera de la estancia

¿Por qué lo has hecho cabrón? ¿Por qué? ¿Cómo has podido ser tan ruin conmigo? ¡Éramos amigos, confiaba en ti! —Unos golpes en la puerta interrumpen el monólogo

¡Policía! ¡Abran!

¡Joder, qué rápido han venido! Está claro que a los ricos os cuidan mejor... habría que ver cuanto habrían tardado en llegar a mi barrio después de un único disparo —una irónica sonrisa termina la frase —seguro que ni habrían aparecido.

Alberto no tiene ninguna intención de abrir, no hasta que termine la conversación con el desgraciado que, tirado en el suelo y muerto de miedo, suplica por su vida con la mirada de un cordero degollado.

— Siempre he celebrado tus logros como si fuesen míos, compartía la alegría de tus éxitos y lo hacía de corazón... no habría confiado más en ti aunque hubiéramos sido parientes y tú ¿Cómo me lo pagas? ¡Cómo un vulgar ladrón de escalo! Amigo... tú no tienes ni idea del significado de esa palabra.

A duras penas, su interlocutor balbucea un “lo siento” que sólo consigue enfurecerle aún más

¿Lo sientes? ¡Ah bueno, entonces ya está todo arreglado! ¿Tú eres imbécil? Me robas mi novela, la haces pasar por tuya y yo me entero por los periódicos del éxito de la nueva obra de mi mejor amigo ¡Mi novela! ¿Qué esperabas, mi plácet para seguir con el juego?

clararé las cosas.

¡Claro que las aclararás capullo! Te va la vida en ello... pero lo haremos a mi manera. Ahora, cuando entren los polis, diremos que esto ha sido un lamentable accidente. ¿De acuerdo?

De acuerdo

Y en cuanto al pago de mi inspiración... ya lo arreglaremos. No sería rentable reconocer ahora que se trata de un plagio, perderíamos ventas, así que en cuanto te recuperes seguirás con la promoción... todos los beneficios serán para mí. ¿Está claro?

Sí... pero deja que entren, por favor, necesito un médico.

Por supuesto, no vamos a dejar que se muera la gallina de los huevos de oro —le guiña un ojo y adopta un gesto compungido antes de abrir la puerta.

Aquarella 26/09/06

Mírame cuando te hablo. De Aquarella

No podía mantener los ojos abiertos por más tiempo, pesaban tanto... Le asustaba cerrarlos, en realidad tenía pánico a quedarse dormido, y esta vez el sueño estaba ganando la batalla. Después de tantas noches sin descansar se encontraba extenuado. Antes de darse por vencido intentó recordar: Todo había empezado hacía poco más de tres semanas con aquella tonta película, una de esas cintas para adolescentes llenas de gritos y sobresaltos, un pésimo argumento que ni siquiera le había gustado... pero desde entonces dormía mal.

Al principio no le dio ninguna importancia, los exámenes, el exceso de café... sólo estaba cansado, como el resto de estudiantes que se jugaban a una sola carta su paso a la universidad, pero el devenir de los acontecimientos parecía querer demostrarle lo contrario. Las pruebas habían terminado ya, había aprobado, y sin embargo seguía teniendo cada noche el mismo sueño

“Está de pie, solo, en el centro de una absoluta oscuridad. Se oye un chasquido, una espesa capa de musgo pegajoso le cubre la boca y no puede hablar. La respiración se vuelve difícil, entrecortada, y entonces escucha una voz que le habla en un lenguaje incompresible... pierde la consciencia, deja de ser él. Cuando se despierta está agotado pero no recuerda nada.”

No dejaría de ser un estúpido sueño si no fuese porque hace tres días amaneció con las manos manchadas de sangre. Hasta ese momento no se le había ocurrido extrapolar las escenas del cine a su pesadilla actual - en nada se parecían - aunque empezaba a tener la extraña sensación de que había alguna conexión entre ambas ¡pero cuál!

Su mente, habitualmente lúcida, acusa el cansancio, no comprende lo que pasa y está ofuscado. Sumergido en un océano de preguntas sin respuesta se le agolpan las hipótesis en busca de una explicación razonable... de pronto se le viene a la cabeza la frase de una escena que ni siquiera recuerda haber visto

¡Mírame cuando te hablo!

Se rinde al cansancio, cae en un profundo sopor. Justo en el momento en el que se le cierran los ojos se le escapa una idea

¿Hipnotizado?

Aquarella 19/09/06

¿Veraqué? De Aquarella

Hace sol, no sopla viento y tenemos cuarenta grados; la trilogía confirma que ha llegado el tiempo de vacaciones. Esa maravillosa época del año en la que no es necesario madrugar, pero con una temperatura tan elevada que los sueños derretidos terminan convirtiéndose en aguas estancadas. ¡Mierda de verano!

Desde que al colectivo de comerciantes le dio por avisarnos con suficiente antelación de la llegada de las nuevas estaciones, en marzo empiezan con los anuncios de productos milagrosos para estilizar la silueta, imprescindibles para meterse en los diminutos trajes de baño que luego se llevarán, potingues diversos para lucir un estupendo moreno y viajes a los lugares más recónditos del mundo. Ahí precisamente empieza el problema, te pillan con la neurona atrofiada por la hipotermia sufrida durante el invierno y llegas a creértelo. “La felicidad llega con el verano” parece ser la consigna y decides hacer jirones tu presupuesto para lograrlo.

Después de un par de meses comiendo cereales con sabor a cartón y dándote cada día religiosamente cremas antitodo, te atreves a intentar la ardua tarea de meterte en eso que llaman bikini. ¡Por lo menos en invierno hay tela suficiente para esconder las miserias! Decidida a no dejarte vencer por el desánimo, haces un auténtico ejercicio de autoestima para sonreírle a las dificultades y tomártelo con buen humor… la duquesa de Alba está muchísimo peor y no tiene ningún problema en salir así en la tele.

¡Por fin llega el día! Inmersa en la famosa operación salida y, después de diez horas de insufrible atasco, llegas a una playa más abarrotada que la Gran Vía en hora punta (la playa que te permite tu paupérrima economía) y descubres con horror que te quedan por delante quince días de dura pelea por un trozo de arena para poner la toalla… y todo el tiempo del mundo para “disfrutar” de tu costilla (ese proyecto de príncipe azul convertido en malandrín por arte de magia). Pues aún así, lo peor es la vuelta: El agua de la zona debía tener mucha cal porque la ropa ha encogido, has descansado poco y regresas al trabajo con el síndrome postvacacional; lo que se traduce en unas ganas increíbles de convertirte en un fantasma de esos que se pasean por el zaguán de las casas antiguas arrastrando sus penas.

Advertencia, si veo un anuncio de turrones antes de diciembre empiezo a escribir epitafios.

Aquarella 22/08/06

Nubes de sal. De Aquarella

Cuenta la leyenda que hace algunos eones, cuando el mundo estaba gobernado por dioses caprichosos que jugaban con la vida ajena a su antojo, surgió una hermosa historia que llegó a provocar la envidia de alguna de las deidades. Quiso el azar que se cruzaran los destinos de un ángel inconformista de carácter rebelde y una pequeña sirena de curiosidad insaciable. Cada noche, al repuntar la marea, el ángel se sentaba en un banco situado frente al mar... el murmullo de las olas le relajaba, le ayudaba a meditar. Absorto en sus pensamientos como estaba, tuvieron que pasar varios días para que se diera cuenta de que una figura le observaba desde el agua. Un saludo, una sonrisa, tal vez la magia de la luna, fueron acercando poco a poco a dos seres tan diferentes, tanto que parecía imposible que tuvieran algo en común. Con el transcurrir de los días, y a pesar de la extraña combinación que formaban, llegaron a hacerse inseparables; ahí precisamente empezaron sus males.

El dios Amaro, egoísta y envidioso, estalló en un ataque de celos el día que el ángel se atrevió a acercarse a la comisura de los labios de su amada. Decidió acabar con el sueño de la pareja y escogió para ello un castigo ejemplarizante. Ella perdió su cola de pez y el se quedó sin sus alas, fueron condenados a pasear por el mundo su insatisfacción como dos simples seres mortales. Pensaba el pérfido dios que su amor sería un capricho de la memoria diluido en el tiempo, y la distancia que puso entre ambos una excusa para el olvido, pero se equivocó...

CONTINUARÁ, pero eso será más adelante

Aquarella 05/07/06

¡AY, AMPARO! De Aquarella

¡Hoy entra oficialmente el verano! — Lo dicen con tono alegre en la radio, como si fuese una novedad. ¿Qué llega hoy? Hace más de quince días que se nos ha caído encima y nos está aplastando.

¡Qué calor! Ni siquiera son las ocho y los termómetros andan ya con el mercurio marcando valores superiores a los que puede soportar el ser humano, como sigamos así no voy a durar ni dos telediarios. Soy de Burgos pero vivo en Almería... no se puede doblar así el mapa, el cuerpo no está acostumbrado y se resiente. Otra noche sin dormir por culpa del calor y paso de la diatriba publicitaria contra los aires acondicionados y me instalo uno en casa. Bueno, seré sincero, además del calor la culpa de mi insomnio la tiene Amparo... metro y medio de sensualidad que se pasea por la oficina con una forma de moverse que nos tiene a todos descolocados. ¡Pero qué buena está Amparo!

Ahora que no nos oye nadie os diré algo, la única ventaja que tiene venir a trabajar es el aire acondicionado, así que hoy he venido pronto – más de treinta minutos antes de la hora de entrada – para estar fresquito y descansar un poco; ya sabéis, la típica “siesta de después del desayuno”... menudo invento, cuando lo descubran los japoneses seguro que lo patentan. Qué raro, alguien ha llegado antes que yo… encuentro en mi mesa una nota “El alfiler que sujeta este papel estaba antes en mi blusa, sigue las pistas y encontrarás un regalo” ¡No me lo puedo creer! ¡Es la letra de Amparo!

Estoy sobrio ¿verdad? – Me lo pregunto a mí mismo porque empiezo a dudarlo. Me siento como el personaje del cuento buscando las migas de pan para encontrar el camino pero ¡Ay de mí! A Garbancito no le pasaban estas cosas, la siguiente pista con la que tropiezo es un sujetador negro que hace que mi tensión arterial se dispare. La imaginación se desata y ya pienso en palpar esa parte de su anatomía que ahora mismo carece de sujeción... Un grito me sobresalta

¡Rigoberto Nava Palacios! ¿Se puede saber qué coño haces durmiendo en mi mesa?

¿Eh? Durmiendo... tu mesa... Amparo... — Incapaz de articular palabra, balbuceo una ridícula disculpa mientras mi encogido ego y yo huimos de su mirada – Si cuando yo digo que este calor me está matando...

Aquarella 22/06/06

La cabina de Loli. De Aquarella

En un pueblo como éste la vida se ralentiza en invierno, se escapa del frío y huye a la ciudad para volver solamente en verano. Precisamente fue un verano de hace muchos, muchísimos años, cuando la Loli llegó a nuestras vidas. Plantó su cuartel general al lado de la única cabina que había entonces: Una silla plegable y una pequeña sombrilla era lo único que necesitaba para revolucionarlo todo. Haciendo gala de su descaro empezó a exhibir lo que vendía, un cuerpo joven que hacía flamear las miradas de los paisanos y provocaba la indignación de sus mujeres

¡Pero dónde se ha visto algo así! ¡Qué vergüenza!
¡Quita esa cara de bobalicón y cierra la boca, que se está cayendo la baba!

En poco tiempo la cabina se convirtió en el punto de encuentro de los hombres, no sólo del pueblo sino también de los alrededores, y por supuesto de la cuadrilla que formábamos la peña de los destartalados. Para una pandilla de adolescentes con las hormonas aceleradas, cualquier excusa era buena para ir a echarle un vistazo a la Loli... un vistazo y lo que se dejara, claro. De poco servían las reprimendas de las madres para que no nos acercáramos a ella, nos pasábamos broncas y consejos por el arco del triunfo y ella agradecía el interés bromeando con nosotros

Como sigáis mirándome así voy a tener que cobraros – y se echaba a reír con una risa juguetona y provocativa.

Entre las cosas que nos enseño, que fueron muchas, estaba la del ahorro. Consiguió que durante meses guardáramos nuestra miserable paga semanal para poder utilizar sus servicios. Fue en un mes de agosto, durante las fiestas, cuando por fin pudimos invitarla a nuestro zulo, el cuchitril en el que nos reuníamos y en el que – como ella decía – nos hizo hombres a todos.

Pero lo bueno se acaba. El verano siguiente apareció en el pueblo un guripa impresentable, un macarra con pinta de lolailo que supo engatusarla y nos la robó. Se llevó a nuestra chica dejándonos huérfanos de amor... y de consejos prácticos. Entonces nos pareció una tragedia que ahora, entre risas y cervezas, recordamos con cierta nostalgia. Han pasado muchos, muchísimo años, pero todavía hoy — cuando volvemos al pueblo en verano — seguimos quedando en la cabina de la Loli.

Aquarella 13/06/06

Tinta para morir. De Aquarella

¿Libertad? ¡Menuda falacia! Un lujo que los que vivimos en esta parte de la ciudad no nos podemos permitir. Mi barrio está marcado por un maleficio que divide a sus habitantes en dos bandos - los matones y los fiambres - aunque lo habitual es que pases del primero al segundo tras una ráfaga de disparos. El destino se encarga de ponerte en uno o en otro, decide por ti sin que puedas decir nada.

Voy a presentarme: Me llamo Enzo, pero sé que cuando no estoy delante todos me llaman “El calamar” desde que a una puta barata que pretendía halagarme se le ocurrió dirigirse a mí como “mi dulce calamarcito”... unos cuantos puñetazos acabaron con las risas que inundaban el local y algunos dientes por el suelo, pero no he podido quitarme el mote.

Las malas lenguas hablarán de mi carácter endiablado, de las muertes que llevo a mis espaldas — muchas — de mi desdén por la vida ajena. No tenéis derecho a juzgarme, es... era mi trabajo. Es fácil opinar desde fuera. ¡Aquí os quería ver yo! Os estaréis preguntado por qué os cuento todo esto… ya no puedo moverme, pero la última frase que he oído, que oiré en mi vida, lo ha dejado claro

¡Mira! Al calamar se le escapa su tinta roja — y las carcajadas se han ido perdiendo en la distancia.

Encima los cabrones me dejan frente a un enorme anuncio de congelados. Me estoy desangrando... el bando de los fiambres me espera y no tardaré en llegar. No recuerdo las preces necesarias para que Dios me saque de ésta, aunque si no me ha hecho ni puto caso en cuarenta años no creo que me lo hiciera ahora. No, no recuerdo como se reza, pero me asusta morir solo, me arrepiento de todo lo que he hecho. Eso sí, como me entere de que alguien se atreve a llamarme calamar vuelvo y me lo cargo ¿Está claro? Un respeto a los muertos.

Aquarella 31/05/06

Desilusionado. De Aquarella

Mi primer día en aquella librería fue todo un acontecimiento que aún no he podido olvidar. Cuando llegué al pequeño local, situado en el centro del pueblo, me halagó el entusiasta recibimiento de mis nuevos compañeros. ¡Menuda bienvenida! Todo eran saludos, sonrisas, elogios... estaba sorprendido, entusiasmado, las inevitables ráfagas de orgullo me hacían sentir realmente importante. Pasaron algunos meses, la verdad es que ya no recuerdo cuantos, y aquella amabilidad inicial se convirtió en auténtico desdén por su parte. No puedo explicar qué había cambiado, pero su actitud era diferente, supongo que una vez pasada la euforia de la novedad me había convertido simplemente en uno más, y eso resultaba imperdonable.

Cada mañana sin excepción, antes de que se abriera la tienda, rezaba en silencio las preces que esperaba acabaran con aquel maleficio que me atormentaba, pero nada cambiaba. Cada tarde, al cerrar el establecimiento, tenía que volver a soportar el endiablado carácter de mis compañeros que pagaban su mal humor conmigo. Lo que en principio parecía cordial amistad degeneró en una especie de competitividad malsana... escuchar como murmuraban a mis espaldas cuando se me acercaba algún cliente era algo que me sacaba de quicio.

Aquella mañana fue la peor de todas, aún escucho sus carcajadas... la llegada de una mujer que buscaba un regalo nos puso a todos en guardia. Pasaba por las estanterías echando un vistazo cuando se fijó en mí, me tomó en sus manos e inmediatamente exclamó

- ¡Pero a quién se le ocurre escribir un cuento infantil sobre las aventuras de un calamar congelado, qué disparate! – y se echó a reír mientras le decía al dueño - Por Dios Demetrio, deberías ser más selectivo con los títulos que traes.

Desde entonces soy el hazmerreír del resto de los libros, tengo que aguantar estoicamente sus burlas diarias. Si algún día consigo estar frente a frente con la autora – una tal “Aquarella” – ya le iba yo a explicar un par de cosas.

Aquarella 25/05/06

El circo… mejor en casa. De Aquarella

La mañana del domingo se despereza lentamente, todavía no son las ocho cuando una voz infantil entra en la habitación alborotándolo todo con sus gritos

Papá papá papá despierta hoy tienes que llevarme al circo —mínima pausa para respirar— Venga, levántate... jooooo venga, muévete!!! Mamá, dile algo, no me hace caso.

Detrás del niño entra mi mujer con su esa horrible batita de guata que le regaló su madre, supongo que le tengo tanta manía porque esa imagen es una premonición del futuro que me espera: suegra versus rulos y bata ¡Da grima sólo imaginarlo! Su mirada inquisitiva lo dice todo

Ni se te ocurra buscar una excusa para escaquearte, se lo prometiste al niño - y con un gesto mohíno da por terminada la conversación, mejor dicho el monólogo porque no me da tiempo a pronunciar palabra.

Y aquí estoy yo, rodeado de caras tan aburridas como la mía... hasta que el espectáculo pasa de la pista al asiento de al lado. Cualquier día es malo para descubrir que tu hijo, a pesar de su corta edad, tiene instintos homicidas, pero hacerlo un domingo y rodeado de numeroso público resulta aún más incómodo.

Joder papá, este circo es muy aburrido, menudo coñazo —El gesto de desaprobación de los demás padres me empuja a recriminarle.
Niño, haz el favor de no decir tacos, no sé dónde aprendes ese tipo de lenguaje.
Pero papá, esto es un rollo, los leones no se comen a nadie. Yo creía que iba a haber mucha sangre.

La gente me mira como si mi hijo fuese la reencarnación de Damien (creo que yo también lo pienso) y en ese instante sólo deseo menguar rápidamente hasta desaparecer en el espacio para no tener que enfrentarme a los gestos de repulsa que me rodean. ¡Por Dios! Pero si su madre y yo somos pacifistas, personas de lo más normales. ¿Cómo hemos podido engendrar un monstruo como éste? ¡Lástima de nudo en el prepucio a tiempo!

Manu, hijo, no digas tonterías. ¿De dónde sacas esas ideas?
Jo papá, en la peli que me pusiste el otro día para que te dejara jugar con mi Play los romanos tenían un circo mucho más divertido que éste y los leones se comían a todo el mundo ¡Eso si que molaba!

Una única frase se repite en mi cabeza ¡Tierra trágame!

Aquarella 17/05/06

Vulgar existencia. De Aquarella

¿Por qué aquí, por qué yo? No se puede tener peor suerte. —Cogió de nuevo la botella, cerró los ojos para dar un largo trago que volvió a quemarle la garganta y siguió buceando en sus pensamientos. El mundo es muy grande, pero la jodida cigüeña tuvo que soltarle en Cantalagua, diminuto pueblo apodado el orinal del cielo porque nunca deja de llover... desesperante. Un lugar absurdo para nacer que diluye la vida entre ovejas, monotonía y aburrimiento.

¡Hasta la soledad parece líquida en este maldito pueblo! —El alcohol le acentuaba las ganas de compadecerse.

Su madre le había cuidado con mimo, tal vez le había consentido en exceso. Desde que ella no estaba se había convertido en un devoto seguidor de la televisión, que veía durante horas, de revistas paramilitares y violentos videojuegos.

Dicen que todo el mundo tiene sus diez minutos de gloria. ¿Y en el culo del mundo cómo coño se consigue eso? —Unos cuantos tragos más y su adorada televisión le mostraría la respuesta.

Fue precisamente una antigua película de romanos la que le dio la idea, un tal Nerón disfrutaba mirando una ciudad en llamas y empezó a imaginar lo bien que quedaría su pueblo con las bombas de un mortero... el espectáculo le pareció perfecto. Lástima no disponer de artillería para hacerlo a lo grande, pero ya encontraría la mejor manera de prenderle fuego.

¡Qué fácil había sido! Sentado en la colina, orgulloso de lo que había hecho y sin ningún remordimiento, veía como ardían casas, establos… el pueblo entero parecía una enorme hoguera — ¡Ni en las Fallas hacen algo así, de ésta me sacan en la tele! —Pero no había contando con el elemento que le daba nombre al lugar, el gesto de satisfacción se le congeló en la cara cuando empezó a llover torrencialmente. Cantalagua volvía a sumergirse en las tinieblas de la noche.

¡Mierda! —En ese momento supo que su esfuerzo no iba a servir de nada, era inútil, las cámaras no llegarían a tiempo.

Aquarella 12/04/06

La palabra escrita permanece. De Aquarella

3 de abril de 1662
Greenleaf Hall
Dorsetshire

Estimado Señor,

No nos conocemos, la gravedad de las circunstancias me empuja a dejar a un lado las normas de cortesía. Confío en que sabrá perdonar la impertinencia de una dama escribiendo a un desconocido. El amor por los libros, sentimiento que creo compartimos y verdadero alimento del alma, justifican mi proceder. Si esta carta llega finalmente a sus manos será porque Dios y el destino así lo han querido.

Mentes ignorantes y supersticiosas han ordenado la quema de todos los libros considerados sacrílegos ¡Cómo si el saber pudiera calificarse así! Mi deber de hija me obliga a salvar el legado de mi padre, una magnífica biblioteca que contiene valiosos ejemplares, auténticas joyas que no deben caer en poder de esos bárbaros. Este triste asunto es de naturaleza acuciante, me veo obligada a abandonar mis propiedades que han sido embargadas, pero antes de partir he conseguido esconder la mayoría de los libros en una parte del sótano a la que sólo se tiene acceso a través de una puerta camuflada. Del uso que haga usted de esta información depende que esa sabiduría no caiga en malas manos.

En el ala norte hay una habitación pintada de azul y en una de sus paredes un enorme tapiz. En él, un cazador porta una gran ballesta que dispara tres flechas a la vez; éste es el ex libris de mi padre, está grabado en todos los ejemplares de su propiedad sobre la frase “La palabra escrita permanece”. Junto al mirador, disimulado bajo unas viejas sábanas, encontrará un secreter y en el quinto cajón de la derecha está la llave que le dará acceso a su colección. La puerta está oculta detrás del tapiz. Una angosta escalera y un largo pasillo le llevarán directamente al refugio donde he tenido que amontonarlos.

Espero sepa comprender la importancia de mi petición, no se deje llevar por la desconfianza que pueda provocarle una mujer. Sí así lo prefiere, le ruego considere esta carta como un mensaje asexuado, sin tener en cuenta el remitente. No se trata de un capricho femenino, ni debe juzgar mi actitud como demasiado cándida. ¡Lo único importante es salvar los libros! La suerte está echada, no me queda más que confiar en su buena fe y dejarle en la seguridad de que mi gratitud me convertirá en su más fiel servidora.

Alethea Cromwell

Aquarella 03/04/06

El sexo de los ángeles. De Aquarella

En el mirador, abstraída, la vista se explaya en un horizonte que apenas percibo, mis ojos siguen atrapados en el vacío. Buceo en la memoria buscando una explicación. ¿Cómo pudo ocurrir? Empezó por casualidad, si es que la casualidad existe; tal vez se tratara de una broma del destino. Una página de poesía, una forma de escribir especial que me atrajo desde el principio, y el inicio de una amistad literaria que, poco a poco, se fue convirtiendo en algo más.

Era fascinante sentir un alma gemela, un corazón sensible tan cándido como el mío; la complicidad surgió de forma espontánea. Los comentarios poéticos dieron paso a las confidencias, una confianza difícil de explicar fue instalándose entre dos personas que, por unanimidad, acordaron que la suya sería una relación “epistolar”. Nada de teléfonos, nada de fotos, nada de citas, nada que no fuera palabras en la pantalla. Pero esas letras negras sobre blanco fueron cobrando vida, las emociones las empapaban. Adquirieron cualidad de tacto y el aspecto literario fue quedando en un segundo plano. La unanimidad del pacto empezó a resquebrajarse.

Un viaje de trabajo a mi ciudad fue la excusa perfecta, la curiosidad pudo más que la prudencia y me deje convencer para que nos conociéramos. Sentada en la cafetería esperaba impaciente su llegada. La única seña de identidad era un libro que habíamos acordado llevar ambos “El Misterio de las Coincidencias”, desde la ventana estudiaba a cualquier hombre que llevara un libro. Distraída como estaba me sobresaltó una voz femenina - ¿Amelia? – Miraba a la mujer que me hablaba intentado recordar de qué la conocía, no me sonaba su cara… hasta que mis ojos se detuvieron en el libro que, con la portada bien a la vista, llevaba en la mano.

No daba crédito a lo que estaba pasando, estaba confusa… aún lo sigo estando. La flecha de una ballesta lanzada al corazón no me hubiera hecho tanto daño. ¿Una mujer? ¡Me había enamorado de una mujer! Ni se me había ocurrido pensarlo, la magia que nos unía se evaporaba… me sentí engañada. De la larga conversación que mantuvimos sólo recuerdo una frase “No seas tan cuadriculada, el amor es asexuado” eso… y sus lágrimas.

El sonido del teléfono me devuelve a la realidad, es mi marido. Antes de salir cierro el secreter, como si se pudiera guardar bajo llave la confusión, junto a poemas, cartas y sentimientos.

Aquarella 28/03/06