29
Sep

Juego de salón. (Mammon el demonio de la avaricia)

Me extrañó que pese al lujo de la entrada la sala estuviera amueblada tan parcamente. Apenas, en el periplo de la estancia, unos cuantos divanes colocados enfrente de los grandes portalones acristalados del jardín, cuyos livianos visillos se movían al compás de los bailarines; justo en el centro de la pista —suelo de baldosas bicolor que conformaba un dibujo sin lógica de incómoda sensación—, dos hileras de sillas, respaldo contra respaldo, aguardaban vacías. La lumbre de las lámparas, arañas de vidrio centelleante, teñía de palidez la piel de los presentes.
Paseé por entre los bailarines que parecían ignorarme. Ninguna música impulsaba sus acompasados movimientos a ritmo de un vals sordo. Me situé justo en el centro del salón, necesitaba desprenderme de aquella onírica sensación que me incomodaba, llegué incluso a mover una de aquellas sillas de dispar procedencia, momento en el que todo el mundo se detuvo. La indiferencia de mi llegada se transformó en interés, me rozaban a su paso, golpeándome la espalda reclamando mi atención. Acabaron conformando dos filas, espalda contra espalda, justo en el sitio que segundos antes ocupaban las sillas que ahora se encontraban alrededor nuestro.
Los portalones se abrieron de golpe dejando pasar a siete apócrifos seres de aspecto animal, que observaron sentados cómo al retornar aquel vals silencioso, que hacía vibrar los vidrios de las puertas y las lágrimas de las lámparas, las sillas comenzaron su danza. El baile continuó, nadie parecía querer moverse del sitio que tenía asignado.
Pude observar la variedad de formas del desfile de muebles, desde la sencillez de la rústica enea y el pino, hasta el complejo diseño barroco. Siete formas distintas paralizadas de golpe frente a otros tantos personajes. Creí que el juego habría concluido al no tener la suerte de ser seleccionado por una de ellas, pero todo lo contrario. Una vez tras otra, las personas que ocupaban el puesto en el que las sillas se detenían por azar, abandonaron la pista, hasta que quedamos tan sólo ocho.

Aquel hecho aportó luz a mi mente, me pareció que estaba de más, rezaba por que la pesadilla terminara. Conforme iban saliendo del juego, aquellas personas formaban grupos capitaneados por los animales: en el primero de ellos, el topo y los suyos estaban desparramados, ocupándolo todo; el lobo, se entregaba con su grupo a un opíparo festín, al que no faltaba de nada; los liderados por el perro, contenía la envidia en el consuelo de que nadie se había librado del rechazo; al contrario que los del león, que se sentían orgullosos de no formar parte de aquella pantomima; unos pasos más allá se discutía en acalorada lid junto al jabalí; el contraste se hallaba en el extremo opuesto, el asno aguantaba una paz tan calma que hasta las moscas parecían descansar; y qué no decir del último de ellos, resultaba embarazoso mirar a la cabra protagonizar los excesos de la carne con todo aquel que se le acercara.
Preguntándome en cuál de aquellos grupos me tocaría, la música y el baile se detuvieron dejándome fuera de la selección.

Al fin podría moverme, pensé, pero no logré avanzar ni un ápice. Me encontraba de nuevo solo en el centro del salón, las sillas se habían detenido y volvían a ocupar su posición original, respaldo contra respaldo. La música sonó, esta vez si que la oía, mis pies no pudieron reprimir el movimiento y danzaron desenfrenados alrededor de aquellos muebles.

Debes elegir. Ahora eres tú el que tiene que sacrificarse seleccionando una de ellas, y esta vez el azar no ha de tener nada que ver. —La voz surgió de un personaje nuevo de blanca piel y profunda mirada, que había sumido a todos en el silencio.
No pienso hacer nada, y de hacerlo me quedaría con todas. —Contesté con determinaciónAsí sea.

No puedo explicar que ha sido de mí, de mi persona, pues no tengo forma de comunicarme con nadie. Sólo sé, que desde hace algún tiempo formo parte del mobiliario de este salón, al que siguen asistiendo bailarines, que juegan de vez en cuando con nosotras, al compás de un vals sordo.

CRSignes 260908

Las fotografías que ilustran esta historia pertenecen a la serie titulada “Aves del Paraíso” de la fotógrafa argentina Gaby Herbstein, y están extraídas de su Web:

http://www.gabyherbstein.com/

No os lo perdáis.

free b2evolution skin
15
Sep

Y mientras tú, segura, estás en el cielo. (Leviatan demonio de la envidia)

Nunca me gustó la oscuridad, y aquello estaba demasiado tenebroso. Sentía tu mano en la mía, aunque sabía que ya no estabas conmigo. Recordé haber comenzado este viaje solo. Me faltaba tu presencia, pero no se puede tener todo y ahora me tocaba a mí. Recordé cómo después de tu visita a Egipto, loaste su exotismo y elegancia; esto también te hubiera gustado, aunque quizás sea un tanto más extravagante. Un pequeño puente sirve de unión entre estas diminutas islas flotantes, me recordaban a tu descripción de Venecia y sus canales, aunque aquí el mar cambia de color constantemente.

Por un momento, creí estar en un cuento de hadas oriental. Todo parecía congelarse al paso de un individuo de presencia imponente, hasta el viento. Una ráfaga helada me produjo un escalofrío que recorrió mi cuerpo. Rodeado por un cortejo propio de otros tiempos, hizo un gesto indicándome que le siguiera. No puedo recordar el tiempo que vagué tras él, de un puente a otro, dejando atrás otras naves como la que me había llevado hasta allí, siempre repletas de pasajeros. Sin parar ni un segundo, dejábamos atrás decenas de puestos ambulantes, que engalanados con tejidos vistosos, eran portadores de apetitosas muestras gastronómicas: delicias turcas, frutas escarchadas, sabrosos dulces de llamativas formas y colores. Pero no podía detenerme, y ese nudo comenzaba a atormentarme. Al tiempo que fui consciente del lentecer de mi angustia, el entorno comenzó a mutar, la vistosidad circundante desaparecía, aunque lo más importante era que comenzaba a sentirme aliviado por tu ausencia. Logré atrapar una de aquellas frutas rebosante de azúcar escarchado. Al hincarle los dientes su jugoso contenido resbaló sobre mi barbilla, dejando tras de sí un amargo y desagradable sabor que me obligó a escupirla bien lejos. Sentí la risa sarcástica de mi guía que me miró complacido.

¿Quién eres tú para burlarte?
Soy Leviatán y me debes respeto.

Entonces hizo que me tiraran al agua helada de la que ya no he podido salir.
Ahora lo tengo claro. Atrás quedó el frío catre que guardaba el secreto de tu ausencia.
No tengo remordimientos. Imagino tu suerte, tan sólo este pagano cabe en el crisol de su condena; mientras tú, segura, estás en el cielo. Al menos al fin tengo algo que tú no tienes, aunque lo sufra. Ya era hora de que así fuera.

CRSignes 110908

free b2evolution skin
21
Ago

La línea blanca. (Beellzebub demonio de la gula)

Los destellos del firmamento atraparon su atención al abrir los ojos. Volvió a cerrarlos, aún estaba oscuro, pero no pudo dormir, sentía su cuerpo como adormecido, acartonado. Su mente le llevó de vuelta a la línea blanca, larga, inconstante, aquella que había delimitado su camino.
Antes de salir a escena, preparó la droga. Le aguardaban miles de admiradores ansiosos por respirar, por vivir de su música; ya no importaba su estado y eso le complacía. Hacía mucho que la lucidez en escena había dejado paso al exceso. Las luces, rítmico acompañamiento de los compases -fruto descontrolado de su ingenio-, le ayudaban a crear la atmósfera que le trasladaba al séptimo cielo.

Un único problema: se estaba cansando. Agotado de las multitudes, de las giras, las modas, de la puta hipocresía de la promoción, de los conciertos. Quería dejarlo, abandonar, pero le habían advertido.

—Si desapareces, me encargaré de que éste sea el último concierto que hagas. Y olvídate de todo, hace mucho que firmaste el contrato que te une a mí hasta la muerte, esa es la única manera en la que te librarás. —Su manager sabía muy bien lo que se hacía.
—Recuérdame que para el próximo álbum sea yo mismo quién proponga la idea de la portada. —La pausada forma de hablar daba cuentas de su estado. Tomo una cámara que había por el camerino y disparó, deslumbrándole. Rió a carcajadas. — Esta foto… —se tambaleó. —… con esta foto buscaré quién la diseñe, y te aseguro que tu rostro será tal y como lo veo. Se verá reflejado el diablo que llevas dentro. Maldito Beelzebub.
—Vale, vale… Se hará así. Por cierto, después de la actuación no te largues. En el salón te esperan para una entrevista.
— ¡Eres un cabrón! Ya la haré mañana.
—Es importante. Harás lo que te mande.
—Si estoy en condiciones. —De un empujón apartó a una de las del coro, esnifando la coca que ella tenía preparada. No paraba de reír.

Al volver a abrir los ojos, se sintió desorientado. Las rayas de la carretera ¿qué carretera? Las rayas de polvo blanquecino, enfiladas muescas de su memoria. Tenía sed. ¿Por qué no había nadie junto a él?

— ¡Quiero un bourbon con hielo! —su voz resonó seca en la lejanía.

Salieron de la ducha. La mezcla de alcohol y drogas era evidente. Él la portaba a la grupa. Sin pudor alguno paró para hacerle el amor, pero no pudo.

—¡Baja! ¡Vete! —poco faltó para que le hiciera daño.
— ¡Eres un canalla! ¡Olvídame!
— ¡No sé por qué hablas, zorra! ¡Volverás! —Rió mientras se ponía algo de ropa.
— ¿Ya vas a atenderme? —La habitación estaba en penumbra, tan sólo la luz de una vela, iluminaba el rostro de un personaje que se le antojó lúgubre y siniestro.
—Venga tío. ¡Qué susto me has dado!

Sobre la mesilla, apenas un pequeño bloc y un vaso de güisqui.

—Veo que ya estás servido. Voy a por un bourbon.
— ¿No has bebido demasiado?
—Posiblemente sí, pero no es asunto tuyo. Entrevístame, tengo prisa. ¿Es esta tu tarjeta? ¡Qué heavy! Tienes que decirme quién es tu diseñador, estoy pensando en una portada… precisamente así, con demonios. —Se la guardó.
— ¿Hasta dónde eres capaz de llegar?
—Ya llegué. Tengo todo lo que necesito y más, y si no seguro que lo consigo.
— ¿Quieres decir que estás satisfecho con lo que tienes?
—No conozco a nadie que se conforme por mucho que sea, puede que no. Pero nada me impide seguir elevándome.
— Y ¿qué harías para conseguirlo?
—Venga acabemos, estoy cansado y me apetece antes dar una vuelta. Tengo la vida, que no el alma, vendida. Todo lo que poseo, aunque parezca eterno, está tan vacío como este vaso, y no es suficiente. Además dicen, que estoy condenado, quizás estén en lo cierto; pero esa condena está vigente sólo en vida. Estoy harto de que me manipulen.

Salió disparado. Tomó las llaves de su deportivo, subió en él sin atender los reclamos de su equipo que insistían en llevarlo. Hacía mucho que quería probar aquel desmesurado chorro de adrenalina con ruedas, y éste era el momento y el lugar. El desierto de Arizona se abría ante él con sus grandes distancias.

Líneas largas, blancas, inconstantes que delimitaban un camino quebrado por una curva cerrada que no vio. Abrió los ojos por enésima vez. Vislumbró el principio del día; o quizás fueran los focos del escenario; o más bien los faros de algún coche transitando por la alejada carretera. Su cuerpo acartonado, no tenía fuerzas ni para pestañear. Así que cerró los ojos, y descansó. Se había liberado.

CRSignes 180808

free b2evolution skin
10
Ago

La ira de los justos. (Satanás demonio de la ira)

—Graves perjuicios trae la cólera.
—Padre —los ojos de Aluma se abrieron como platos — ¿por qué dice eso?
El hermano, recién llegado a aquellas tierras, tomó de la mano a la pequeña sacándola de la sacristía.
—Eres demasiado inocente para comprender. Ahora regresemos. Y por el amor de Dios, no salgas del edificio.

……………

La penumbra era mitigada por el fulgor de los disparos y de las explosiones. El olor de la pólvora y el humo lo inundaba todo.
—Señor, deje que me acerque.
—Saben arreglárselas solos. —Dijo el Diablo.
— ¿No confía en mi?
—Me molesta que cuestiones mi criterio Satanás. Pero no puedo reprochar tu rebeldía. ¡Hazlo!

……………

Los vidrios retumbaban con el avance del asedio. Todos los bancos de la capilla, estaban apilados bloqueando la puerta de acceso. Junto al altar, un grupo de mujeres y niños miraban con estupor hacia todos los lados. La niña y el sacerdote se arrimaron hasta allí.
—Debemos aguardar. No perdáis la fe. Seguid rezando.
El olor del miedo y la muerte llegaba tan nítido como el sonido cada vez más cercano de los machetes, los gritos, las balas, las explosiones,… la sombra del demonio.

El abrazo que unía los cuerpos en la capilla se rompió.
—No podemos consentirlo. —La muchacha, sin soltar del pezón al niño que tenía en brazos, parecía estar fuera de sí.
—Pero Lerato, piensa en tu hijo. Eres una mujer sensata.
La sombra cambia de alma.
— ¡No es cuestión de sensatez padre! —Vociferó Atu, un adolescente que con catorce años ya había portado un arma. Salió disparado por la sacristía hasta el callejón. —Nos están aniquilando.
Al joven párroco le siguieron el resto de refugiados, pero sólo él sale a la calle.
—Creía que ustedes los religiosos estaban hechos de otra pasta. Que defendían mejor sus intereses.
—Claro está que somos hombres, pero no lerdos para controlar la ira. Nos debemos a Cristo.
—Y ¿dónde está él cuando les magullan?
— Bien lejos de ti, Satanás. Soy yo, Cassiel, ¿no me reconociste bajo esta forma? No puedes engañarme. Mi misión es impedir que se rompa el equilibrio. ¡Desaparece! Aquí ya has hecho el suficiente daño.

Una silueta esquelética y áspera, abandonó el cuerpo del muchacho que apenas alcanzó a comprender, que qué era aquel espectro que se desvanecía entre el humo de los incendios.
Desde un puesto privilegiado, bien alejado de la sombra del templo de Cristo, la imponente figura del Diablo observaba. En su rostro: un gesto de satisfacción.
—No sufras por nuestro prestigio. Ya no necesitan tu ayuda. Mal bicho eres Satanás, que con un poco de tu veneno es suficiente.

CRSignes 080808

free b2evolution skin
31
Jul

La custodia. (Belfegor demonio de la pereza)

— ¿Te estoy pidiendo que reacciones?
— ¡Lo estoy haciendo!

Llevaba cuatro semanas litigando por conseguir la custodia de sus hijos. Pero en esta lucha parecía que hubiera perdido el interés.

—Si no te conociera pensaría que no te importa. Soy tu abogado, pero antes que nada Fernando soy tu amigo. No comprendo esa dejadez.

Fernando le miró con indiferencia.

—Permíteme que te diga, con la confianza de todos estos años, que cuando tengas ganas me llames. No creo en mártires, y hoy por hoy, no me apetece estrujarme con tu autodestrucción. Espero que tu reacción no sea tardía.

Salió tropezando con el secretario de su amigo.

—Si se les paga, no comprendo para qué tanto cuento. Le recuerdo que estudie leyes y estoy colegiado. —Le dijo Andrés, sutilmente mientras le entregaba unos papeles importantes, a pesar de que él no los había pedido.

— ¡Eh! ¡Ah sí! Andrés, pero ¿qué hace trabajando por debajo de sus posibilidades?
— ¿Qué tiene de simple este empleo?
Fernando miró asombrado los documentos.

— He de reconocer que vales para esto. Con qué intuición actúas. ¿Crees que podría representarme ante mi esposa?
—Déjelo en mis manos.

Dos días después la oficina era un cúmulo de trabajo pendiente. Andrés, sonriente, observaba a su jefe que, tumbado en el sofá, tenía un aspecto deplorable.

—Le traigo un café, quizás convendría que se aseara un poco y saliera a la calle. En un par de horas debemos personarnos en el juzgado.

Pero Fernando no reaccionaba. No tenía ánimos de moverse, de abrir los ojos, ni de hablar. En ese momento entró su amigo y abogado.

—Pero desgraciado ¿qué le estás haciendo? ¡Por Dios Fernando arriba! — Le dijo mientras abría los ventanales. —Esto parece un nido de serpientes.

Andrés salió disparado, proyectando su sombra extrañas formas en el pasillo, que asustaron a Fernando que abría en ese momento los ojos.

—Dile que vuelva Carlos. Lo necesito. —Era incapaz de levantarse. Lo sentó tomándolo por las axilas. —Tenemos que ir al juzgado. —Fernando parecía despertar de una pesadilla.

Pero Andrés había desaparecido dejando un rastro humeante de aroma azufrado. Aunque lo más llamativo y sorprendente, fue ver convertidas en cenizas todas sus cosas. Tan sólo hallaron intacto, un post-it que decía:

CUANDO LA PEREZA VENGA A BUSCARTE, POR FAVOR, ENCIÉRRATE, NO CONTESTES AL TELÉFONO Y DESHAZTE DE LOS AMIGOS. SIEMPRE ACABAN ESTROPEÁNDOLO TODO.
SALUDOS.
ANDRÉS BELPHEGOR

CRSignes 100708

free b2evolution skin
29
Jul

Fiebre del sábado noche. (Asmodeo demonio de la lujuria)

La cabeza le daba vueltas, tenía un aspecto horrible. Así no podía salir. Su amiga la esperaba en el portal.

—Lely no tiene paciencia. —Dijo Tamy
— ¡Que espere! ¿No puedo salir así? Y ¿ese olor?
—Yo no huelo nada. Te presto mi maquillaje… y mi perfume. Mientras te pintas, voy a hablar con Lely, buscar afinidades. Podría ir con vosotras.
—Como quieras hermanita, dudo que te guste, eres una mosquita muerta. No veas cómo liga. En la “disco” a la que iremos, anuncia para hoy un maratón de “Fiebre del sábado noche”.

Con su recién estrenado pantalón de campana, Tamy bajó con Lely. Mientras tanto, Sandra intentaba disimular las ojeras, había quedado de nuevo con Raúl, un atractivo chico del que Lely le dijo: “No pierdas el tiempo Sandra. Le va mucho eso… ya me entiendes. No le van los juegos y mira qué bien baila. Si te encantas un poco, te lo quitarán. ¿Pero tú has visto ese culo?”.

Ya en la calle, las tres se encaminaron hacia la disco. Tamy estaba emocionada, Lely no tuvo que ser muy tenaz para convencerla de que las acompañara.

—Ánimo que esta noche el local estará lleno de chicos dispuestos a todo.
—Mira que eres… Los chicos siempre están dispuestos a todo —Comentó Tami. — ¿Se puede saber dónde vamos?
—Te va a encantar, han abierto una nueva “disco”.
—Está un poco alejada del centro ¿no? —Dijo Tamy con inquietud.
—Bueno sí, pero no te preocupes, conozco al propietario. Además todos los que van están muy bien.

El letrero era visible desde un par de manzanas del local. No había casi nadie por las calles, y aunque era temprano, apenas las siete y media de la tarde, la noche había hecho acto de presencia.

— ¡Asmodeo Disco bar! ¡Qué nombre tan raro! ¿Seguro que no es otra cosa?
— ¿Cómo puedes pensar eso? Mira bien… ¿Qué ves?
—Chicas y chicos de nuestra edad.
—Pues eso. Venga alma de cántaro, que ya la música ha comenzado. ¿Me encantan los Bee Gees? ¿Y a ti Sandra?

—¡Adelante! Las chicas guapas no pagan. —dijo el portero.

Lely demoró un momento su entrada. Cuando lo hizo, las arrastró hasta el baño, esgrimiendo unos cuantos vales.

—Chicas, ¡tenemos consumiciones gratis!
—Oye mira, no contéis conmigo para beber, yo…
—Venga hermanita, verás cómo te gusta. —Dijo Sandra.

Salieron de los aseos y de inmediato fueron rodeadas por un grupo de chicos que las llevó hasta la pista.
Una hora más tarde, Sandra se daba el lote con el tal Raúl, que no tenía ningún reparo en meterle mano. Lely, estaba desaparecida, aunque su presencia se hacía notar o eso creía Tamy, que constantemente le parecía oírla. Acompañada de un par de chicos, se dejó hacer. Estaba como ida. El hipnótico efecto de la esfera de espejo del centro de la pista, acentuó su estado. No le gustaban esas cosas, pero estaba motivada por su voz interior. La llevaron hasta un sofá. Una vez allí, y con los sentidos distorsionados, se entregó en una orgía de besos y caricias. Al rato se sintió indispuesta, tuvo que levantarse para ir al baño.
Fue entonces que encontró a su hermana.

— ¿Te has visto? —Le dijo Sandra. —Deberías tener un poco de cuidado. ¡Abróchate la blusa!

No era consciente de lo que le decía, sólo le apremiaba llegar al aseo y vomitar.

— ¿Te puedes creer que ayer estaba yo así? Mejor dicho, ha sido entrar aquí y ha desaparecido el malestar. Me alegro de que no seas una mojigata.
— ¡Estabais aquí! —Lely apareció. —No perdáis el tiempo. El amo está impaciente. Tomad esto —les ofreció unas pastillas. —Mañana… —como endemoniada no podía parar de reír. —…no recordaréis nada salvo un lujurioso deseo que os incite a pecar todos los días.

El domingo, amanecieron medio desnudas en el portal de casa. Las despertó una vecina.

— ¡Esta juventud! Entrad en casa para dormir la mona.

………………………….

—Que sencillo hubiera sido haber dicho que no. —Comentó Tamy —Quedarse en casa, no dejarse tentar. Quizás ahora no estaríamos en las Ramblas.
—Así es hermanita, así es… ¿Qué habrá sido de Lely?
—Fue todo tan extraño… Aquella disco… ya nunca la encontramos. Aunque aún me parece oír su voz retumbando en mi mente siempre que se me acerca un hombre. Es como si ella me alentara para que fuera con él. Mientras algo en mi interior me quema y no me deja respirar.

CRSignes 270708

free b2evolution skin
27
Jun

A orillas del Sena. (Lucifer demonio de la soberbia)

París, tenía esa luz especial tan loada por los artistas. A orillas del Sena, justo en el punto en el que Montmartre se dejaba ver, Juliette admiraba el trabajo de los pintores callejeros. Uno de aquellos artistas se le acercó con la mirada fija en su rostro y una oferta irresistible. La pintaría allí mismo y a cambio del trabajo tan sólo le cobraría una sonrisa.
Su aspecto desaliñado no hablaba muy bien de él, pero sintiéndose alagada accedió.
Cuando le entregó el trabajo quedó maravillada.

—Ahora págueme lo prometido.

Se alejó deprisa, admirando el retrato no fuera que cambiara de opinión y se lo quitara de las manos. Ya en casa lo colocó en el lugar más destacado de la sala, apartando el retrato de su padre bien amado. Se sentía bien, quizás algún galerista se fijara en el cuadro y lo expusiera, alimentando su vanidad. Era perfecto, aunque se cuestionaba si el mérito lo tenía el pintor o su magnífica pose.
Esa misma noche, recibió la visita de su hermana. Tenía un problema, necesitaba ayuda. La despachó argumentando un malestar inexistente.

— Regresaré mañana. —Le dijo.
—No te molestes —contestó —No estaré en todo el día. Acaso te piensas que no tengo más ocupaciones que atenderte.
— ¿Y ese esperpento?
— ¿De qué hablas?
—De esa pintura horripilante.
—Mira que puedes llegar a ser envidiosa hermanita. Seguro que te mueres de ganas por saber quién es su autor. ¡Pues no pienso decírtelo! Me seleccionó a mí. Ya era hora de que alguien se diera cuenta de mi valía.
— Juliette, ¿cómo puedes decir que eso es hermoso? Además ¿dónde está el retrato de papá?
—Es bueno renovar la decoración, además la casa ya lo necesitaba, si tanto te interesa el cuadro, tómalo. Nunca asumiste que me lo diera a mi, si él hubiera querido ahora no habrías tenido que mendigarlo. Y no molestes más.
—No reconozco esa forma de hacer daño. Me asusta y entristece verte así. Cuanto antes te deshagas de ese cuadro mejor. Míralo. ¡Es terrible! Estas deformada, el arte moderno está bien sólo para los museos.
—Venga márchate. Déjame ya de una vez.

Juliette observó como su hermana se alejaba. Se acercó al retrato y sonrió.
Admiró el retrato como queriéndole encontrar las claves de su maestría, únicamente alcanzaba a ver las pinceladas que definían la hermosura de su rostro. ¿Qué se había creído su hermana? ¿Cómo podía menospreciar aquella obra maestra?
Lo acercó hasta el espejo hasta situarlo a su lado, para admirarse doblemente, fue entonces que distinguió algo inquietante que la espantó. El cuadro cayó al suelo. Nunca le había gustado aquel espejo, distorsionaba las imágenes, aunque aquello era distinto. Lo recogió cuidadosamente, temía haber dañado su pintura fresca, había quedado tendido boca abajo en el suelo. Nada le sucedió, pero al contemplar su imagen reflejada todo cambiaba. Los delicados tonos se convertían en chillones mezclas de colores complementarios, y las formas armoniosas desaparecían, cruzando entre sí líneas que transformaban la imagen en algo esperpéntico. ¿Cómo era posible aquello? En un principio pensó en salir para buscar a su hermana, no obstante difícilmente podría haberla alcanzado, así que decidió esperar la mañana y acercarse hasta el mismo lugar en el Sena.
Buscó un paño seco y un cordel, y lo empaquetó, tenerlo cerca le angustiaba.
El día amaneció gris, sabía que si aparecía la lluvia las posibilidades de encontrar al artista eran prácticamente nulas. Por suerte, el sol salió. Por más vueltas que dio no lo encontró. Preguntó a sus colegas y ninguno parecía recordarlo, es más, ni tan siquiera se acordaban de ella. Decidió entonces enseñarles su trabajo para ver si reconocían su arte, sólo consiguió risas y menosprecios.

—Mademonseille, ¿cómo pretende que tal aficionado se codee en el mejor rincón del Sena? Aquí estamos la “creme de la creme”. Hace falta cierto nivel para compartir este espacio. Busque por los suburbios, seguro que lo encuentra. ¿Cómo dijo que se llamaba?

Miró dos veces la firma antes de reconocer el poder maligno de aquel cuadro firmado por el mismísimo Lucifer.

Desde el Karlův most, la vieja ciudad de Praga despertaba la inspiración de los pintores callejeros. Edvard paseaba admirando sus obras. Uno de aquellos artistas se le acercó, su ofrecimiento no pudo rechazarlo.
Tal vez en algún momento de la rueda que castiga la soberbia, alguien se percate del error que los mortifica.

Carmen Rosa Signes 260608

free b2evolution skin